Narcís Serra se ha convertido en el último bastión en la defensa numantina del presidente del Gobierno. El hombre mejor informado de España durante lustros, el ministro que cambió una ley para evitar que el general Alonso Manglano abandonara la dirección del CESID, el amigo de Caspar Weinberger y Frank Carlucci -halcones en la Administración Reagan- rodea celosamente a su jefe en torno al cual ha creado una poderosa red de hombres fieles a su persona, tras desactivar pacientemente el influjo Alfonso Guerra en Moncloa. Y sobre todo, porque se encarga de los trabajos "sensibles" que otros llaman "sucios". Obligado por el escándalo Roldán a salir de su madriguera, su biógrafo, Graciano Palomo, el único periodista no catalán que ha conversado con él más de treinta horas, nos desbroza los complicados entresijos de un arcano influyente cuya afición es el espionaje, el poder fáctico y las sombras.
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