A la memoria de los compañeros que no regresaron de la misión, capitán Jesús Gil Fernández y teniente José Ángel Hevia Anubla, y dedicado de forma personal, al general José Aza Díaz, mi “gran capitán” en el relato, compañero y amigo de por vida y al que en parte se la debo, a quien hice la promesa de contar nuestro vuelo que, y con un poco de retraso, ahora cumplo. Quiero también dedicarlo a mis hijos, que me han seguido en la carrera de las armas, aunque con diferentes uniformes, con el deseo de que encuentren sus grandes capitanes y a la vez sepan serlo en sus respectivos entornos cuando llegue su momento
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