El Príncipe Don Carlos, hijo primogénito de Felipe II fue desde su infancia un personaje con múltiples taras tanto físicas como psíquicas. Se analiza el traumatismo craneal que sufrió al caerse por una escalera en su residencia de Alcalá de Henares cuando contaba 17 años. En este traumatismo Don Carlos sufrió un cuadro neurológico grave además de una herida abierta en el cuero cabelludo. Para tratar la herida se recurrió al médico Dionisia Daza Chacón así como al eminente cirujano de la Corte Andrea Vesalio. Se le practicó una trepanación y una serie de curas tópicas al estilo de la época sin lograr una mejoría del paciente. También se recurrió a curanderos y en último extremo se trajo a su presencia la momia de Fray Diego de Alcalá para interceder por su curación.
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