Hay dos afirmaciones, una de Costa y otra de Ortega, que no mueren: el "regeneracionismo" y "la España invertebrada". Lo que ocurre, a lo que parece, es que son dos grandes utopías. Era justificado asomarse en aquel último tercio del siglo XIX y comprender la obligatoriedad de regenerarse. En lo económico estaba en acción "el capitalismo salvaje"; en lo social, estaban los ricos y el proletariado, con la abundancia para pocos y la miseria para muchos; y en lo político, la primera democracia había vivido dos años y medio, y con aquello de Amadeo de Saboya de que se marchaba porque estaba harto de políticos, de militares y de periodistas...
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