La rinitis alérgica (RA) es una inflamación de la mucosa nasal después de la exposición a un alérgeno en personas previamente sensibilizadas. Los síntomas característicos incluyen prurito nasal, rinorrea, estornudos y congestión nasal, que pueden acompañarse de síntomas óticos, faríngeos y oculares (rinoconjuntivitis alérgica). La RA tiene un gran impacto sobre la calidad de vida y se considera infradiagnosticada e infratratada. Los ácaros del polvo y los pólenes de gramíneas son los alérgenos más importantes. El diagnóstico se realiza mediante una historia clínica detallada que incluya la exposición a desencadenantes ambientales y el entorno del niño a nivel familiar, escolar, ocio y mascotas. Se aconseja realizar el estudio alergológico para identificar los desencadenantes alérgicos, sobre todo en caso de rinitis persistente. El tratamiento se basa en la identificación y eliminación de los alérgenos específicos cuando es posible, y en el uso de medicamentos de forma escalonada que disminuyan los síntomas. Los corticoides nasales (CN) son parte de la primera línea de tratamiento, siendo su uso ineludible en la RA moderada-grave. Cuando no hay una respuesta adecuada al tratamiento inicial está indicado asociar antihistamínico (AH). Los AH intranasales son más eficaces en la mejoría de la congestión nasal que los AH orales y tienen un comienzo de acción más rápido que los AH orales y CN, y forman parte de la primera línea de tratamiento en la RA estacional y RA intermitente. La inmunoterapia se utilizará en pacientes seleccionados y no respondedores a otros tratamientos.
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