Los efectos devastadores de la crisis económica, además de producir un empobrecimiento generalizado, amenazan con llevarse por delante el Estado del bienestar y las conquistas sociales logradas en las últimas décadas. Pero no solamente estamos asistiendo al posible fin de la sanidad y la educación universales y al empeoramiento de las condiciones de trabajo; también la cultura se ve sometida por la tiranía de los denominados mercados, y se ha convertido en uno de los sectores ‘favoritos’ de las administraciones públicas para demostrar sus habilidades con las tijeras. Numerosos festivales, teatros, museos y diversos eventos han visto cómo sus presupuestos han sido recortados drásticamente, poniendo en peligro en muchos casos la continuidad de estos proyectos
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