Yoleiny Lescalle Ortiz, Diosmery Martínez Rojas, Silvio Casabella Martínez, Angel Oshumaré Chacón Alpí
Introducción: la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una infección del tracto genital superior que afecta principalmente al endometrio, las trompas de Falopio y el peritoneo pélvico. Representó una de las causas más comunes de morbilidad en mujeres jóvenes en edad reproductiva, especialmente entre los 16 y 25 años. Esta afección se asoció con infecciones de transmisión sexual (ITS) y conductas sexuales de riesgo, lo que subrayó la importancia de una detección temprana y un tratamiento adecuado. Su diagnóstico inicial resultó desafiante debido a la variedad de presentaciones clínicas y la falta de datos epidemiológicos confiables.Desarrollo: la EIP, en la mayoría de los casos, fue causada por Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis, aunque también involucró microorganismos de la flora vaginal. La enfermedad presentó una etiología multifactorial, agravada por factores de riesgo como múltiples parejas sexuales, uso inadecuado de anticonceptivos y procedimientos ginecológicos invasivos. La progresión de la infección hacia el tracto superior condujo a complicaciones como infertilidad, dolor pélvico crónico y embarazos ectópicos. La identificación oportuna de factores de riesgo y la aplicación de herramientas diagnósticas, como ecografías y laparoscopias, resultaron esenciales para reducir las secuelas graves. Conclusiones: la prevención emergió como la estrategia más efectiva contra la EIP, destacándose la educación sexual integral y el acceso a métodos anticonceptivos de barrera. La atención multidisciplinaria permitió mejorar los resultados clínicos y disminuir el impacto de esta enfermedad. Además, el fortalecimiento de los sistemas de salud y las campañas de sensibilización contribuyeron a reducir la incidencia y las complicaciones a largo plazo.
Introduction: Pelvic inflammatory disease (PID) is an upper genital tract infection that mainly affects the endometrium, fallopian tubes and pelvic peritoneum. It represented one of the most common causes of morbidity in young women of reproductive age, especially between 16 and 25 years. This condition was associated with sexually transmitted infections (STIs) and risky sexual behaviors, underscoring the importance of early detection and appropriate treatment. Its initial diagnosis was challenging due to the variety of clinical presentations and the lack of reliable epidemiological data.Development: PID, in most cases, was caused by Neisseria gonorrhoeae and Chlamydia trachomatis, although it also involved microorganisms of the vaginal flora. The disease presented a multifactorial etiology, aggravated by risk factors such as multiple sexual partners, inadequate use of contraceptives and invasive gynecological procedures. Progression of the infection to the upper tract led to complications such as infertility, chronic pelvic pain and ectopic pregnancies. Timely identification of risk factors and the application of diagnostic tools, such as ultrasound and laparoscopy, were essential to reduce serious sequelae.Conclusions: Prevention emerged as the most effective strategy against PID, with comprehensive sexual education and access to barrier contraceptive methods standing out. Multidisciplinary care improved clinical outcomes and reduced the impact of this disease. In addition, the strengthening of health systems and awareness campaigns contributed to reducing incidence and long-term complications
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