No sale este país del esperpento. Aquí, vuelve siempre el esperpento cual vuelve la cigüeña al campanario, que diría don Antonio Machado. En la escena nacional estamos representando una tragicomedia, un drama, un vodevil, un sainete o un paso, y de pronto salta alguien y hace la pirueta del esperpento. Tan hechos tenemos los ojos al espectáculo que ya, a veces, ni siquiera se levanta en el anfiteatro la famosa cólera del español sentado. A veces, sale a escena un celtíbero, organiza su esperpento y el español sentado bosteza. O sestea. O ronca. O pasa, que se dice ahora. Al fin y al cabo, el esperpento es algo que pertenece a nuestra costumbre.
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