Los menores, entendiéndose como tal, niños y adolescentes, han sido una prioridad no solo para sus propias familias sino también para los propios estados, considerados por muchos como el futuro de las sociedades y civilizaciones, por ende no es menor que dentro de familias y aparatos estatales deficientes que no logran dar sustento al desarrollo base de un menor en su niñez, estos ingresen en un submundo delictivo tornándose autores de ilícitos, llegando a la mayoría de edad para convertirse en delincuentes preparados para evadir a las autoridades y profesionalizar sus actos, carentes de principios y valores, siendo indispensable en esta intervención oportuna la labor de las policías como el ente que ejerce la coerción por parte del estado en la restauración del orden y seguridad de la sociedad.
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