Se destacan las buenas condiciones que ofrecía la cordillera ibérica como región minera en las épocas celtibérica y romana, sieodo reseñados alrededor de 150 yacimientos de guíeos y cobre argentífero.
Se justifica así el origen autóctono de la plata de los celtíberos que disponían de un terricono rico en explotaciones mineras, en contraste con el entrono geológicamente estéril de las tribus vecinas.
El autor señala las razones económicas que determinaron la conquista romana y la importancia que la plata pudo tener en la tenaz resistencia indígena. Se explican, además, los cuantiosos tributos de guerra, la masa monetaria acuñada y la distribución de cecas en relación con los yacimientos.
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