La obra de Aurelio Pretel nos acerca, progresivamente, a un territorio cuyos rasgos básicos se encuentran definidos desde la crisis del siglo III, con un nivel de poblamiento aldeano extremadamente débil, a excepción de las montañas del sur en donde fue más abundante, escasos núcleos urbanos y un predominio de actividades económicas ganaderas. La acuñación del concepto "desierto manchego oriental" es reveladora de la crisis poblacional, perpetuada tras la conquista musulmana por los sucesivos períodos de guerras que devastaron la región y condujeron a una fortificación del territorio desde fines del siglo XII.
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