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E-topía: vida urbana, Jim, pero no la que nosotros conocemos

Imagen de portada del libro E-topía

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Índice




  • Contenidos:


    1. Prólogo: Réquiem por la ciudad

    2. La marcha de las mega-redes

    3. La telemática toma el mando

    4. El programa: el nuevo genio del lugar

    5. Ordenadores para habitar

    6. Viviendas y barrios

    7. Lugares de encuentro

    8. Rediseñando el lugar de trabajo

    9. La ciudad teleservida

    10. Economía de presencia

    11. Economía y ecología


    Notas

    Agradecimientos

    Índice de nombres


Descripción principal

  • La red global digital, el internet, no es sólo un sistema de transporte para el correo electrónico, las páginas web y la televisión digital. Es una forma completamente nueva de infraestructura urbana que cambiará el aspecto de nuestras ciudades tan espectacularmente como lo hicieron en el pasado el ferrocarril, las autopistas, el suministro de energía eléctrica y las redes telefónicas.
    En este libro, William J. Mitchell analiza esta nueva infraestructura y sus implicaciones para la vida cotidiana futura. Propone estrategias para la creación de ciudades que no sólo sean sostenibles, sino que tengan sentido desde el punto de vista económico, social y cultural en un mundo electrónicamente interconectado.

Extracto del libro

  • Extracto del prólogo titulado Réquiem por la ciudad

    Marshall McLuhan, 1967: "La ciudad ya no existe, salvo como espejismo cultural para turistas ".

    Lo sé, lo sé: es una metáfora familiar -la muerte de Dios, la muerte del sujeto, la muerte del autor, la muerte del drive-in, el fin de la historia, el agotamiento de la ciencia, y tantos otros-. Pero resultó estar en lo cierto, aunque varias décadas por delante de su debido momento, como siempre.


    Ahora ya es evidente. La ciudad, tal como la entendieron los teóricos urbanos desde Platón y Aristóteles hasta Lewis Mumford y Jane Jacobs, ya no es capaz de mantener su cohesión ni de cumplir su función como ocurría anteriormente. Es a causa de los bits; ellos la han matado. El modelo urbano tradicional no puede coexistir con el ciberespacio.


    No obstante, ¡viva la nueva metrópolis unida por la red de la era electrónica digital!

    Primera lamentación
    Ingresó cadáver en el año 2000. ¿Qué le ocurrió a la ciudad que conocemos actualmente?
    Les voy a contar la historia.
    Hace mucho tiempo, había un pueblo en el desierto que tenía un pozo en el centro. Las casas se agrupaban entre de la distancia a la que podía transportarse cómodamente un ánfora de agua. Por la tarde, cuando refrescaba, los habitantes se acercaban al pozo para recoger el suministro de agua para el día siguiente y se quedaban un rato para intercambiar noticias y realizar negocios entre ellos. El pozo suministraba un recurso escaso y necesario, convirtiéndose al mismo tiempo en el centro social, el lugar de reunión que mantenía unida a la comunidad.


    Un día llegó el suministro de agua por tuberías. ¿Quién podría negar las ventajas prácticas? Era más cómodo y los niños ya no contraían el cólera. La población creció y el pueblo se expandió hasta convertirse en una gran ciudad, ya que podía llevarse agua a las casas allí donde pudieran llegar las tuberías. Las viviendas ya no tenían que concentrarse en el antiguo centro y los habitantes dejaron de reunirse en el pozo, ya que podían tener agua en cualquier momento y lugar. Así, el espacio alrededor del pozo perdió su antigua función comunal y la gente inventó sitios nuevos para relacionarse socialmente, más modernos y especializados -una plaza, un mercado o un café.


    La historia se repite, esta vez porque el sistema de suministro de información ha cambiado. Antes, teníamos que ir a lugares para hacer cosas; íbamos a trabajar, a casa, al teatro, a conferencias, al bar de la esquina o salíamos por ahí, sin más. Ahora tenemos tuberías para bits, redes digitales de gran capacidad para transportar información cuando y donde queramos. Esto nos permite hacer muchas cosas sin tener que ir a ninguna parte; por tanto, los antiguos lugares de reunión ya no nos atraen; las organizaciones se fragmentan y dispersan; los centros urbanos no se mantienen; da la impresión de que la vida pública va desapareciendo.


    Tomemos algo tan simple pero tan elocuente como un día en las carreras. Antes de las telecomunicaciones suponía acercarse hasta el hipódromo; mezclarse en las tribunas con los demás espectadores, hacer las apuestas en el mostrador con los corredores, seguir a los caballos con nuestros propios ojos y liquidar las ganancias cara a cara. Más tarde, cuando llegaron la radio y el teléfono, las carreras se empezaron a retransmitir, florecieron las apuestas fuera de la pista, legales o ilegales, y los días de carreras se podían seguir desde distintos sitios, como bares y garitos de apuestas. Actualmente, el siempre emprendedor Jockey Club de Hong Kong ha reconfigurado el sistema una vez más introduciendo dispositivos electrónicos manuales, conectados en red, que permiten hacer las apuestas desde cualquier parte de la ciudad y en cualquier momento del día. Sólo es necesaria una conexión de teléfono o un enlace inalámbrico para acceder al sistema, y éste liquida las cuentas automáticamente. Es extraordinariamente eficiente, pero elimina también las oportunidades que ofrecía el hipódromo para establecer contactos, relacionarse, crear confianza y hacer tratos.


    Una vez más, necesitamos innovar, reinventar los espacios públicos, los pueblos y las ciudades para el siglo XXI.


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