La apatía literaria y la lectura de Karl Bühler llevaron a Rafael Sánchez Ferlosio a entregarse con tan heterodoxa vehemencia a estudios de lingüística que, "tras millares de noches y cientos de cuadernos", y aun confesando que nunca lo había "pasado mejor que aquellos 15 años -del 57 al 72- de gramática, casi en exclusiva", decidió, por "salud mental", "no decir ya ni mu sobre asunto de lenguaje". Por fortuna, en 1999, quebrantó levemente su propósito y reincidió en cuestiones gramaticales: son los cuatro textos que reúne "Glosas castellanas". Que el autor las considere diversiones (porque lo desviaron de otros escritos, pero sobre todo porque disfrutó escribiéndolos) es una firme garantía. Sólo con su lectura se llegará a entrever la naturaleza de aquella vieja felicidad gramatical, se advertirá la inagotable riqueza del tesoro castellano y se recorrerán los caminos del laberinto de la mano de quien, como Ferlosio, posee el más afilado sentido de la lengua que pueda imaginarse.
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