LA JUGADORA DE AJEDREZ Eleni lleva una vida monótona y tediosa en la isla griega de Naxos. Una existencia previsible que se reparte entre su trabajo de mucama en un hotel, las labores domésticas y atender a su marido, Panis, y a sus dos hijos, Yannis y Dimitra. Sueña con otras vidas, con otros lugares, con escapar de la mediocridad cotidiana, quizá a París. Todo cambiará cuando un día tira por accidente una ficha de ajedrez en la habitación de unos turistas franceses. No sabe dónde colocarla, desconoce las reglas de un juego en el que cree ver un signo de distinción. Desea aprender a jugar pero, ante la indiferencia del marido, opta por un viejo profesor que le enseña a hurtadillas. Sus ausencias desatarán rumores y equívocos en una isla griega en donde todo se sabe y la tradición todo lo subyuga bajo el peso de las Erinias. Pero le da igual, el ajedrez le permite abstraerse de su vida cotidiana mientras le aporta otras miras y enriquece su vocabulario.
Con un estilo sobrio y cuidado, alejado de cualquier efectismo sensiblero, Bertina Henrichs nos descubre su talento como narradora, evocando los soleados paisajes de las Cícladas, esbozando costumbres atávicas y describiendo con emotiva elegancia las ideas y reflexiones de una mujer que toma conciencia del encorsetamiento al que está sometida por su marido y sus vecinos insulares, que se abre al mundo gracias a un tablero arlequinado. Sobre todo, al asimilar el poder y la movilidad que tiene la reina.
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