«Por ello y, a pesar del abuso que algunos hacen de ella, creo que se debe cultivar el estudio de la elocuencia; más aún, debemos hacerlo con mayor afán para evitar que los malos ciudadanos prevalezcan en detrimento de los hombres de bien y para ruina común de todos, especialmente porque la elocuencia es la única actividad que concierne a todos los asuntos públicos y privados y es la que hace que nuestra vida resulte segura, digna, ilustre y agradable.» Cicerón, De inventione, I, 4, 5.
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