Ha sido reseñado en:
¿Por qué habitar, producir, pensar el espacio rural? Cada una de estas acciones remite a formas de hacer y maneras de creer determinadas. El espacio no es una entidad inmóvil que pueda ser sencillamente definida y a partir de allí tomada como una constante inerte. No se trata de la simple ocupación de lugares dados de antemano, puesto que esto supone una imagen estática, sino que se concibe el espacio como dinámico, histórico, mutable. Se trata de un juego inmanente entre procesos de configuración y figuras de lo ya instituido, entre movimientos de transformación de los modelos e inercias de lo dado, que llevan del orden espacial vigente a los nuevos dispositivos territoriales. Habitar significa conformar un espacio precisamente para habitarlo, configurar subjetividades específicas relativas al hecho de formar parte de una comunidad determinada. Un territorio se instituye en tanto que se lo habita, generando al mismo tiempo los recursos para pensar sobre ese proceso de instauración. Por ende, habitar un territorio conlleva producirlo y pensarlo como espacio apropiado, subjetivo, imaginario. El espacio se constituye dinámicamente como plasmación de prácticas sociales, y es percibido como organizado en virtud de experiencias activas de creación, que en las sociedades analizadas en este libro suelen ser preponderante rurales.
pág. 1
pág. 2
pág. 3
pág. 4
pág. 5
pág. 6
pág. 7
pág. 8
pág. 9
La contestación campesina a las exigencias de trabajo señoriales en Castilla y León: las formas y su significación simbólica
pág. 10
pág. 11
pág. 12
pág. 13
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados