El temido «efecto 2000» casi nos hace atragantarnos con las uvas hace ahora tres lustros. La incertidumbre se apoderó de todos e incluso altos cargos políticos se vieron confinados en búnkeres de seguridad para celebrar la entrada del nuevo año. Pero no pasó nada: los ordenadores no sufrieron ningún colapso y las batidoras no se rebelaron contra sus dueños. Y, emocionalmente al menos, empezó el siglo xxi, una nueva época marcada por los cambios culturales, políticos, filosóficos, económicos y sociales que han venido de la mano de las «máquinas pensantes» que ya vislumbraron Galileo o Alan Turing.
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