La Iglesia formó parte de los esquemas de dominación y dependencia propios de la sociedad feudal al hacerse con la propiedad de grandes extensiones de tierras que favorecieron la creación de vínculos de dependencia con los campesinos que trabajaban en ellas. El estamento de los oratores, por tanto, no se limitó a ser el responsable de la oración y de la realización del culto divino. Al aceptar esta realidad sobre los cenobios medievales nos asaltan varias cuestiones. ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a las comunidades monásticas a romper el aislamiento voluntario que las caracterizaba? ¿Cómo ejercieron el poder sobre las tierras y los hombres que se encontraban en sus dominios? ¿Cuál fue el proceso que llevó a los monasterios a convertirse en centros de poder? ¿Cómo afectaron a este proceso las distintas reformas llevadas a cabo en el seno del monacato? Isabel Ilzarbe, especialista en el estudio de la historia del monacato peninsular y en los procesos de creación de memoria histórica en el medio cenobítico, nos introduce en la realidad de los cenobios medievales para comprender qué rodeaba a los monasterios: cómo se organizaban, cuál era su relación con los poderes laicos y con los estamentos inferiores, qué ideas influyeron en la espiritualidad y la vida comunitaria y cuál fue la evolución de las distintas órdenes que se asentaron en los reinos cristianos peninsulares.
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