En las postrimerías del siglo XVIII una sociedad de hidalgos, campesinos y pastores llegaba a su fin en la Serena, maestrazgo de la Orden de Alcántara. El aumento de población y de ganado, que situó a la comarca entre las mayores cabañas lanares de Extremadura, provocó la crisis de la economía agraria. Las mayores fincas eran propiedad de forasteros: aristócratas y altos cargos de la Corte, desde la venta de la Real Dehesa por Felipe V. A pesar de ello algunos nobles locales comenzaron a reunir importantes patrimonios, base de una futura oligarquía terrateniente, en la cual destacaría Manuel Godoy.
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