A lo largo del tiempo, el carbón se ha visto no solamente como una fuente de energía, sino también como una fuente de contaminación del ambiente, porque vierte a la atmósfera enormes cantidades de CO2 y metano, entre otros contaminantes. Adicionalmente, el carbón se considera como un producto de riesgosa explotación por las explosiones ocurridas en las minas; sin embargo, numerosos estudios adelantados en los últimos años han demostrado que este tipo de yacimiento es único, ya que funciona como roca generadora y como roca almacén de hidrocarburos, simultáneamente. Además de utilizar toda su masa como medio de energía, también se puede usar el gas metano que se genera y se acumula en su interior (CBM, GAC, GMAC), como una nueva fuente potencial de energía.
Gracias a la experiencia mundial, especialmente de Norteamérica, este gas se confirma como un combustible económicamente explotable, junto con la minería del carbón o independiente de ella, constituyéndose así en una fuente de energía adicional a las ya conocidas. En Colombia, la producción y el consumo de los hidrocarburos convencionales se ha incrementado significativamente en los últimos años; no obstante, a raíz del descenso mundial en reservas, se deben considerar otras fuentes adicionales como los hidrocarburos no convencionales, y de estos no convencionales, el país ha decidido centrarse en: gas asociado al carbón (CBM), arenas bituminosas, petróleo en lutitas (oil shale), gas en lutitas s (shale gas), gas en arenas de baja porosidad (tight gas), e hidratos de carbón. De los anteriores, los que tienen mejores posibilidades en Colombia son el gas asociado al carbón (CBM) y el gas en shales o lutitas (shale gas).
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