En determinados autores y obras, los mitos y símbolos se utilizan abiertamente, de forma que su identificación es inmediata. En otros escritores y textos están de una forma latente -agazapados, escondidos-de manera que para detectarlos es necesario un código. El instrumento que permite descifrar ese código es la mitocrítica. Confiesa el autor de estas páginas: «Mi fascinación por las tres novelas líricas de los Contemporáneos que originaron este trabajo -Novela como nube (1928), de Gilberto Owen; Dama de corazones (1928), de Xavier Villaurrutia, y Margarita de niebla (1927), de Jaime Torres Bodet- nace del desconcierto: el que producen esos modos peculiares de representación de unas ciudades, un país, un mundo que […] resultaban ajenos a mi tiempo y a mi circunstancia pero que, no obstante, ejercían un enorme poder de seducción, una increíble capacidad de implicación». Fue más adelante, mientras cursaba el doctorado, que descubrió la mitocrítica, herramienta con la que pentetró hasta lo más profundo de esos textos que tanto le fascinaban.
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