Pasan los años y sentimos la necesidad de ir pasando a limpio aquello que hemos ido pergeñando y, después, madurando, a lo largo de nuestra vida. Queremos plasmar las vivencias y los recuerdos de algo amado: esta ciudad privilegiada de dimensión humana, Burgos.
Fernando Ortega Barriuso se nos convierte en esta obra en evocación de un Paseante con su Cuaderno de notas —archivo de la memoria, siempre selectiva— que se pasea por su querida ciudad del alma, para recrear su devenir, contrastando el ayer y el hoy.
Abre surcos en su Memoria sentimental con una miscelánea de temas, y los filstra a través deuna mente lúcida y un ojo avizor que centra su mirada, su atención, en lo que muchas veces nos pasa desapercibido. Nos deja su singular retrato de una urbe que gravita en torno a dos pulmones: la Catedral, que respira vida y expande la intensa luz mesetaria a sus moradores, y el río Arlanzón y sus densos espacios verdes que la permiten volver a respirar, aportando aire limpio y fresco, y le dan fama de pulcra.
Es un libro de madurez donde el Paseante compagina, de forma ágil y amena, el lirismo y la ternura del arrabal ya de senectud, con el punto incisivo y crítico de juventud libertaria. Desnuda sus sentimientos y nos aporta sabiduría, con sencillez y humildad, para hacernos disfrutar leyendo y para aprender.
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