Los afectos que se viven en el ámbito público son muy importantes porque proyectan en la esfera política -que no existe sin ellos- dos grandes capacidades: la motivacional, que empuja a la acción, y la relacional, que establece lazos. Se trata además de capacidades ambiguas, porque pueden generar lo mejor y lo peor, que, además, están sujetas a posibilidades varias de manipulación. En la conciencia de este horizonte de complejidad, lo que se pretende en este estudio es la clarificación ética de la estimulación y vivencia de los sentimientos de impacto colectivo. Este objetivo se concreta en cuatro tareas que se imbrican entre ellas: plantear lo que supone hablar de afectos en la vida pública; presentar descriptiva y moralmente sentimientos especialmente relevantes por sus posibilidades de impacto social; especificar cómo debe asumirse una educación en la ciudadanía que esté muy atenta a su inevitable dimensión afectiva; y concretar en qué debe consistir una correcta política de los sentimientos que sepa integrar la referencia afectiva -la correcta gestión de las emociones colectivas- con la de los principios de justicia y con la de la prudencia. Todo este proceso reflexivo pretende estar empapado de la referencia constante a las víctimas de la violencia y la injusticia, vistas como instancia decisiva para discernir la calidad moral de los sentimientos públicos que se viven fácticamente y la de aquellos hacia los que hay que tratar de avanzar, a través de estrategias tanto propiamente educativas como estrictamente políticas.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados