El césar Octavio Augusto ha recibido, en su palacio de Roma, la noticia de que todos los habitantes del castro de Vadinia, enclave de una tribu cántabra de la Hispania Ulterior, han sido masacrados y exterminados. La pax romana prometida por el César ha quedado en entredicho. En principio, las sospechas recaen sobre varias tribus próximas, todas ellas belicosas y sin sentimiento de vinculación fraterna con los vadinienses, por lo que se informa al César de que cualquiera de ellas pudo tener motivos para tan brutal ataque, sin ningún superviviente conocido. Concibe entonces el plan de apoderar a un hombre que, sin ser hispano ni romano, asuma la investigación de lo ocurrido en las Hispanias y le informe; para lo cual tendrá que trasladarse hasta el emplazamiento de la Legio VII Victrix, cuya cannaba se encuentra ubicada en un enclave en el que se alza hoy la ciudad de León (Legio).
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