Sobre Selomoh ibn Gabirol escribió David Gonzalo Maeso en 1973 que su personalidad fue tan rica que «habría podido inmortalizar a varios individuos repartiendo entre ellos sus excepcionales dotes y preeminencias». Aludía así el que fuera catedrático de la Universidad de Granada a las muchas facetas en las que destacó el escritor hebreo, quien no fue únicamente poeta, sino también filósofo y moralista, además de interesado y formado en las ciencias naturales de su tiempo, en especial en astronomía y astrología. De hecho, su figura podría confundirse perfectamente con la de un sabio renacentista del siglo XVI, de no ser porque no vivió en ese período de la historia europea, ni tampoco en ninguna de las naciones cristianas que por entonces lideraron el resurgimiento de la cultura clásica. La breve existencia de Ibn Gabirol, que, según se cuenta, duró solo treinta y un años, se desarrolló en realidad cinco siglos antes, en plena Edad Media, y lo hizo, además, en un espacio sociopolítico muy diferente y hasta opuesto al de la Cristiandad, el de la mítica Al Andalus. Nacido en Málaga, a donde su familia había llegado huyendo de la cada vez más convulsa Córdoba del final del Califato, el escritor se daba a sí mismo el sobrenombre de ha-malaquí, ?el malagueño? -el mismo con el que su ciudad natal ha querido por eso recordarlo en este año del primer milenio de su nacimiento-.
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