En esta obra -hasta el momento inédita- Villaespesa, el más ilustre vate almeriense, desde la distancia espacial (Brasil) y temporal (entre 1929 y 1931) recorre su microhistoria a partir de su más remota infancia -noche de Reyes y borriquillo moruno- hasta su mortal enfermedad, transformándola en peculiar universo lírico. Se sirve de formas poéticas populares y recursos métricos básicos prevaleciendo el verso octosílabo -sin rima- y la estrofa de cuatro versos dotados de un eufónico ritmo, por lo general yámbico, y una perfecta distribución del acento.
Recuerda el poeta desde espacios líricos abiertos (Almería, Sierra Nevada -el Mulhacén y el Veleta-, Las Alpujarras, Laujar, Dalías, Berja y Adra, etc) a su propia casa familiar rememorando con nostalgia las tareas agrícolas o mineras, los sabrosos frutos del campo (cerezas y azofaifas) y los melódicos trinos del ruiseñor.
Canta sus amores infantiles (Ángela, Agustina, Marta, Frasquita, Carmen, Consuelo y Araceli), los sentimientos religiosos (La Virgen del Mar y la de la Salud) y la imborrable y dolorida memoria de su madre muerta, los momentos de su lejana infancia vividos en frondosas arboledas o a orillas del cristalino Andarax, el añorado mar almeriense, el dulce sonido de la guitarra.
Un tratamiento especial reciben los personajes legendarios Aben Humeya y Moraima así como las ocho provincias andaluzas, precioso canto con el que concluye este poemario cargado de arte y simbolismo.
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