Las demencias neurodegenerativas y en particular la Enfermedad de Alzheimer, por ser esta la más frecuente entre las personas diagnosticadas, empiezan a situarse en el centro de todas las políticas sociales y de las planificaciones de atención sociosanitaria. La Enfermedad de Alzheimer se caracteriza por ser una patología de avance progresivo y degenerativo del sistema nervioso central que produce, en quién la padece, incapacidad para realizar las actividades básicas, instrumentales y avanzadas de la vida diaria. Ello supone que la dependencia absoluta que padece la persona enferma conlleva a la pérdida no solo de sus capacidades intelectuales, si no también de aquellas funcionales que le privan de mantener una cotidianeidad normalizada.La sociedad es consciente de lo que supone el cuidado a una persona con es-tas capacidades limitadas e inevitablemente surge, en este contexto, la figura del cuidador/a y el papel protagonista de la familia en un territorio, como el de Galicia, caracterizado por ser un “paraíso de cuidados familiares”. En un sistema de protección social en donde el sistema sanitario, mucho más avanzado que el de los Servicios Sociales, ha conseguido, con todos sus errores, ser razonablemente eficaz en la curación de enfermedades, no ha alcanzado, sin embargo, instaurar instrumentos de actuación que den respuesta a la nueva realidad social: la de los enfermos crónicos que precisan cuidados continuados. Existe, en resumen, más que un Estado de Bienestar, una Sociedad de Bien-estar, ya que es ella, y no el Estado, la que asume y responde a las necesidades de las personas dependientes en general, y a las de los enfermos de Alzheimer u otras demencias en particular.A lo largo de todos estos años en donde la respuesta desde el ámbito público y desde el privado a las necesidades de las miles de familias afectadas ha estado ausente, surge, con tal motivo, uno de los movimientos civiles más importantes que aglutina a todas aquellas personas que vivían cada día con la Enfermedad de Alzheimer. Con ellas y por ellas, nacen las Asociaciones de Familiares de personas enfermas de Alzheimer que han recorrido un largo ca-mino para hacer ver a la sociedad y a la Administración Pública la acuciante necesidad de dar respuesta a tantas personas que la padecen hoy, y a las mu-chas más que lo padecerán mañana.