El modelo de democracia participativa es una tendencia relativamente reciente en el proyecto de convivencia y ha logrado muchas oportunidades como aprendizajes para los actores sociales. Dada una serie de frustraciones en torno a la democracia representativa a finales del siglo pasado, se expresa una ruta corresponsable entre el Estado y la ciudadanía para intentar controlar los excesos en el poder (por ejemplo, la corrupción) y encontrar otras formas de solución a los conflictos locales, a partir de una mayor intervención ciudadana.
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