Cuando un ente inversor precisa satisfacer una necesidad en relación con su actividad, ya sea la construcción o la explotación de infraestructuras, o la prestación de servicios públicos, suele confiar la realización de los correspondientes trabajos a una empresa especializada en relación con la fase en la que se encuentra esa actuación: la de elaboración de los estudios de viabilidad o anteproyectos; la de redacción del proyecto constructivo; la de ejecución de las obras e instalaciones; la de la explotación y conservación de la infraestructura o el servicio, y la de su desmantelamiento y reciclaje, finalizada su vida útil. La realización de esas actividades incide en aspectos técnicos y económicos, pero también de tipo social y ambiental. Para garantizar la correcta ejecución de dichas tareas, así como la contraprestación al empresario por la realización del trabajo, es preciso establecer entre las partes un vínculo contractual. Surge así el CONTRA TO, figura jurídica imprescindible en cualquiera de las actividades enumeradas. Es evidente que el ingeniero tendrá una relación estrecha con esas figuras contractuales, tanto si desarrolla su profesión en el seno del ente inversor, como en el sector de la consultoría, o en una empresa constructora, o de servicios. El análisis de los distintos tipos de contratos, tan importantes para el ingeniero, constituye el objeto de la presente publicación
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