Laura Benadiba (comp.)
El uso de testimonios orales no es novedad en el trabajo de los historiadores pero el uso sistemático y reflexivo está asociado al desarrollo de la historia social contemporánea, más preocupada en general, por los procesos sociales y por la vida de la gente "común" que por las descripciones de acontecimientos "importantes" y la vida de personajes destacados. Pero los que trabajamos con la Historia Oral no somos los que estamos "escribiendo la otra historia" o "dándole voz a los que no la tienen". Asumir este rol es correr el peligro de ubicarse por fuera de la historia y mirarla desde "arriba".
¿Se puede hacer historia sólo con fuentes orales? Con una sola entrevista, ¿podemos decir que estamos investigando la situación de las mujeres trabajadoras, por ejemplo, durante el peronismo?, ¿se puede obtener un buen testimonio sin analizar el contexto histórico pasado y presente del entrevistado?, ¿qué hacemos cuando un testimonio contradice nuestra hipótesis?, ¿todo es Historia Oral? O como se pregunta Giovanni Levi en el Prólogo de este libro, ¿se puede producir un conocimiento controlado y racional, más allá del aspecto emotivo y sentimental que el relato comunica?
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