Los planteamientos de la ética animal son radicalmente diferentes en sus fundamentos, argumentos y consecuencias a los de la ética ambiental. La ética animal y la ética ambiental se muestran, en realidad, como opuestas. Los autores de cada uno de dichos campos tienen distintas problemáticas en mente, y adoptan posiciones enfrentadas a la hora de realizar los análisis. Esta dicotomía ha sido apreciada por parte de los autores en el campo de la ética animal, y por la práctica totalidad de autores en el campo de la ética ambiental. En términos prácticos, esto conlleva dos implicaciones para la filosofía moral. La primera es que todo intento futuro de combinar la ética animal y la ética ambiental parece abocado al fracaso, teniendo en cuenta las diferencias de raíz existentes entre ambas posiciones. La segunda es que, en función del criterio manejado para la consideración moral, habrá que aceptar una posición y rechazar la contraria: si se tiene en consideración moral a los individuos sintientes, y solamente a estos, habrá que aceptar la ética animal y rechazar la ética ambiental; y si, por el contrario, se tiene en consideración moral a los seres vivos, a los ecosistemas o a las entidades holísticas, habrá que asumir la ética ambiental y rechazar la ética animal.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados