La mayoría de los pacientes con fibrosis quística (FQ), no presentan evidencias clínicas de enfermedad hepática. No existen factores de riesgo claramente relacionados con el desarrollo de la enfermedad, aunque recientes estudios encuentran una incidencia acumulada mayor en pacientes de sexo masculino, con mutaciones severas y antecedentes de ileo meconial. La enfermedad puede pasar inadvertida durante años y la histología no es útil, dado que la cirrosis biliar focal es una lesión parcheada. Esto dificulta los métodos diagnósticos y su posterior tratamiento curativo. En la actualidad ningún parámetro de bioquímica hepática convencional ni prueba de imagen, está considerado como test ideal para detección y seguimiento de esta enfermedad.
La prueba de imagen más utilizada es la ultrasonografía hepática. Una alternativa es la colangiorresonancia magnética, que tiene la ventaja de que es capaz de detectar precozmente un 50% de las alteraciones hepatobiliares en pacientes asintomáticos, con ecografía y bioquímica hepática normales. Hasta la actualidad, no existe una terapia eficaz para tratar la EHAFQ. El ácido ursodeoxicólico (AUDC), ha demostrado disminuir los niveles de ASAT, ALAT y GGT tras más de cuatro meses de tratamiento, pero no existe evidencia que evite la progresión de la fibrosis hepática. Se han propuesto varios marcadores de inflamación y daño hepático como son citocinas séricas y fecales que junto a la toxicidad de los ácidos biliares, son en la actualidad las teorias fisiopatológicas más aceptadas. Es en esta linea de investigación en la cual este trabajo intenta aportar nuevos datos. Se realiza un estudio transversal de 73 pacientes con FQ. A todos se les realiza un bioquímica hepatica convencional, función pulmonar, función pancreática y vitaminas liposolubles. Se determinan los marcadores de fibrosis hepática en suero (TGFb, TIMP1, TNFa y ácidos biliares) y en heces (IL-8 y ácidos
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