Desde hace algunos años el problema del crecimiento económico de las áreas rurales viene siendo objeto de un interés cada vez mayor por parte de los investigadores, como aspecto importante de una estructura industrial en proceso de rápida mutación. Su estudio ha motivado numerosos trabajos, especialmente en aquellos países donde dicho proceso se ha llevado a cabo con más intensidad (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Italia, etc.). En nuestro país el tema del crecimiento económico de los núcleos no urbanos ha suscitado igualmente algunos trabajos, pero en su mayoría, a semejanza de los anteriores, también han centrado su atención en el desarrollo que comienza a observarse en las zonas rurales a partir de la descentralización industrial que se percibe desde mediados de los años sesenta (en los países mencionados este proceso había comenzado con anterioridad), como consecuencia, entre otras razones, de la saturación industrial que empiezan a padecer los grandes núcleos urbanos. En este enfoque es evidente que solo se contempla el estudio de un proceso reciente, esto es, distinto de otro proceso anterior que hasta ese instante también había debido contribuir al crecimiento de los núcleos rurales. Esta constatación es la que nos ha llevado a profundizar en los factores que han podido influir en la diversidad de situaciones socioeconómicas que se observan en dos municipios rurales concretos, delimitando al mismo tiempo las características que permiten definir a cada modelo de crecimiento, tradicional y reciente. A este respecto, la hipótesis central de trabajo responde al siguiente esquema argumental: el fuerte protagonismo desempeñado tradicionalmente por el sector agrario permite pensar que, en ausencia de otros agentes externos a la zona capaces de dinamizar la economía, han debido ser los factores inherentes a los respectivos sectores agrarios los que fundamentalmente han condicionado el grado de desarrollo de los núcleos rurales
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