Es posible que los constantes cambios políticos y sociales que se dan desde el inicio de la Independencia de México de la Nueva España hasta la conclusión del Porfiriato, contribuyeran en parte a que la guitarra séptima en México haya sido relegada, incluso hoy en día aún desconocida, y por consiguiente, poco estudiada. Junto a las aspiraciones de quienes forjaron nuestra nueva nación, no es posible creer que se tenga de luto y se desconozca una parte tan importante de nuestra tradición, la identidad que nos hace ser aún más mexicanos. Desde su aparición al último cuarto del siglo XVIII como un cordófono de siete órdenes o cuerdas en la sociedad novohispana, estos cambios musicales acontecidos durante el proceso de independencia, también hicieron que la guitarra séptima mexicana se posicionara en todo el siglo XIX, subsistiendo con modelos coloniales en la música de salón en sus polcas, polcas-mazurcas, zapateados, habaneras, valses, cuadrillas, fantasías, contradanzas, minuetos, rondós, bailes ingleses, boleras, gavotas, canciones, fandangos, sonatas, etc., como el instrumento que se volvería propiamente mexicano, imprimiéndoles una forma diferente de interpretar, componer, un nuevo estilo, una forma de vida en la cultura de una época dentro de la escena musical del México independiente.
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