A lo largo de los siglos XVI y XVII asistimos a la aceleración de la construcción de una identidad femenina que tiene como notas características la sumisión y subordinación al marido, y la imposición de límites a su sexualidad. En el momento en el que la mujer abandonaba su papel como madre y esposa fiel se hacía necesario «reconducirla al buen camino».
Las principales transgresiones femeninas tuvieron que ver comportamientos sexuales ilícitos como las relaciones de amancebamiento, el adulterio, el incesto, la alcahuetería, la prostitución ilegal o la bigamia. Por otra parte, estos delitos de naturaleza sexual se cometían con mayor asiduidad durante la noche, en ciertas épocas del año y en espacios poco transitados de la ciudad. A pesar de la clausura del burdel en 1629, la prostitución se siguió ejerciendo años más tarde en la misma calle del Público, en casas particulares, en mesones y en hostales, los cuales se vieron sometidos a una estrecha regulación y control por parte de las autoridades.
La labor de mantener la moralidad y las estrictas normas sociales vigentes en Zaragoza en los siglos XVI y XVII recaía en diferentes instituciones como el Tribunal Diocesano, el Tribunal del Zalmedina, el Tribunal de los XX, el Padre de Huérfanos, el Tribunal del Santo Oficio, el Justicia de Ganaderos y el Tribunal de la Audiencia Real. Todos los poderes judiciales colaboraron entre sí en la erradicación de los diferentes delitos que podían perturbar los pilares sobre los que se sustentaba la sociedad moderna. Esta actuación de la Justicia sobre las zaragozanas se materializó en la apertura de procesos y en la imposición de penas, como el destierro, los azotes, la vergüenza pública y la reclusión en cárceles, entre las que cabría destacar la de la Galera fundada en 1658.
Otras fundaciones en la ciudad que se dedicaron durante estos años a recoger y corregir a mujeres «díscolas» que no se ajustaban al modelo femenino establecido fueron el Colegio de Recogidas, el Convento de las Arrepentidas y la Casa de la Penitencia. Con el mismo fin, se habilitaron distintas dependencias en la casa del Padre de Huérfanos, en el Hospital de Nuestra Señora de Gracia y en la Casa de la Misericordia. Por último, se crearon instituciones como el Colegio de las Vírgenes para proporcionar a las mujeres una educación diferenciada y adaptada al rol que debían cumplir en la sociedad.
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