Resumen de Identificación del trastorno depresivo mayor mediante la escala para la detección de la depresión en ancianos (edda). Estudio de sus factores asociados y validez convergente con la escala de depresión geriatrica (gds-15)
En la actualidad, es un hecho la dificultad que presentan los médicos de familia para establecer el diagnóstico de depresión en los mayores, concretamente el trastorno depresivo mayor, a pesar de tratarse de una entidad cuyo diagnóstico es eminentemente clínico. Dicho trastorno contribuye a un empeoramiento de la calidad de vida de los mayores que lo padecen, lo que dificulta su independencia personal y las relaciones sociales, además de ocasionar un incremento de la mortalidad a esta edad.
La detección temprana ayuda a reducir los síntomas y a mejorar el desfavorable pronóstico de la depresión en esta edad. En este aspecto, la medida más importante que los médicos de familia podemos ejercer para reducir las consecuencias de la depresión es reconocer y tratar adecuadamente la misma. El conocimiento de los factores relacionados con la enfermedad también puede ayudar al médico de familia a identificar más fácilmente el trastorno.
Por otra parte, actualmente se dispone de una nueva herramienta de cribado de trastorno depresivo mayor diseñada en nuestro medio específicamente para su aplicación en la población geriátrica. Como consecuencia, el objetivo principal del presente estudio fue determinar la prevalencia de este trastorno en las personas de 65 o más años, residentes en la ciudad de Albacete, mediante la aplicación de la Escala para la Detección de Depresión en Ancianos (EDDA). En segundo lugar, establecer su validez convergente con la Escala de Depresión Geriátrica (GDS) en su versión de 15 ítems y, por último, aproximarse al conocimiento de las características de la población geriátrica, tanto de morbilidad como sociodemográficas, que se asocian al trastorno depresivo mayor.
Se trata de un estudio observacional transversal realizado en 1.387 personas de 65 años o más residentes en la comunidad, seleccionadas aleatoriamente. Las variables consideradas fueron: el estado afectivo, que se evaluó mediante la EDDA (25 ítems y punto de corte 14/15 para identificar un probable trastorno depresivo mayor) y mediante la versión corta de la GDS (15 ítems y punto de corte 9/10 para identificar una probable depresión establecida), el estado cognitivo, el estado funcional físico, las funciones visual y auditiva, el estado de salud y algunos datos sociodemográficos.
Mediante el empleo de la EDDA se identificó una prevalencia de probable trastorno depresivo mayor del 4,3%, mientras que, mediante la GDS la frecuencia de probable depresión establecida alcanzó sólo el 2,2%. Se observó un moderado grado de correlación (r = 0,570) entre la EDDA y la GDS, con un grado de discordancia estadísticamente significativo (p < 0,001). A la vista de los resultados, la EDDA podría ser un instrumento más sensible en atención primaria, presentando un menor número de falsos negativos en cuanto a la identificación del trastorno depresivo mayor, como es deseable cuando se trata de una herramienta de cribado.
Según los resultados de nuestro estudio, los ancianos que sufrieron más frecuentemente un trastorno depresivo mayor fueron aquéllos que presentaban un amplio historial de antecedentes patológicos, entre los que destacaron las enfermedades del aparato locomotor y de la esfera psicológica, así como los síndromes inespecíficos. También los que presentaban limitaciones para llevar a cabo sus actividades cotidianas, las mujeres y los que sufrían déficit sensorial visual o auditivo.
