Las leguminosas constituyen cultivos de gran importancia no sólo por su uso habitual en la alimentación humana y animal, sino también por su capacidad para establecer una relación simbiótica con bacterias conocidas genéricamente como rizobios. Durante la simbiosis, dichas bacterias inducen la formación de unos órganos en la raíces de las plantas denominados nódulos, dentro de los cuales se produce la fijación de nitrógeno atmosférico. Gracias a este proceso, la planta se provee de las fuentes de nitrógeno adecuadas haciendo prescindible el uso de abonos artificiales para desarrollarse, evitándose así problemas de contaminación ambiental. El proceso de nodulación es complejo, y consiste en una serie de etapas en las que se necesita la expresión coordinada tanto de los genes de la planta como de la bacteria.
Como respuesta a las señales excretadas por la planta, se induce en la bacteria la síntesis y transporte de una molécula lipoquitooligosacarídica, conocida como factor Nod o de nodulación. La presencia de dicha molécula desencadena una serie de cambios en las raíces de la planta, que culminarán con la formación del nódulo.
El estado fisiológico tanto de la leguminosa hospedadora como de la bacteria determina el establecimiento de una simbiosis efectiva. Muchos son los factores medioambientales que pueden limitar el crecimiento y la actividad fijadora de nitrógeno en las leguminosas. De todos ellos, el que implica una mayor extensión de terreno afectado, aproximadamente el 30% del total de la superficie terrestre libre de hielo, es la acidez. Estudios previos han indicado que la acidez afecta a la planta hospedadora y a la población de rizobios, así como a su interacción simbiótica. En este sentido, se ha establecido en determinados sistemas simbióticos que el estrés ácido provoca reducción en la adhesión de los rizobios a los pelos radicales, así como en la posterior infección de los mismos. Si
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