La leishmaniosis es una enfermedad parasitaria que afecta a unos doce millones de personas, distribuyéndose principalmente en países en desarrollo.
Su agente etiológico, el protozoo Leishmania, posee dos formas totalmente diferenciadas morfológica y fisiológicamente, el promastigote y el amastigote, que permiten su supervivencia en el mosquito vector en el hospedador vertebrado respectivamente. Biológicamente presenta ciertas peculiaridades, entre las que se encuentra un disco situado en la única mitocondria existente y que se conoce como kinetoplasto.
Se trata de un orgánulo que posee ADN organizado en una serie de círculos de diferente tamaño unidos entre sí a modo de malla.
La leishmaniosis presenta diversas formas clínicas, desde procesos asintomáticos hasta otros con gran afectación visceral.
Existen diversos tratamientos para la enfermedad, pero presentan problemas de toxicidad para el paciente y la aparición de resistencias. Además no existe todavía una vacuna eficaz para el tratamiento preventivo, con lo que el desarrollo de nuevos compuestos eficaces se plantea urgente para el futuro más inmediato.
Las ADN topoisomerasas son enzimas que modifican el estado topológico del ADN, siendo clave en procesos como la replicación, la transcripción y la recombinación génica. Su uso como dianas terapéuticas en el tratamiento de procesos patológicos de tipo proliferativo ha experimentado un gran desarrollo en los últimos años, ya que varios fármacos antitumorales y antibióticos tienen como mecanismo de acción la inhibición de este tipo de enzimas. En este contexto la potencial importancia de las ADN topoisomerasas para el desarrollo de nuevos tratamientos frente a la leishmaniosis se relaciona en parte con la existencia del kinetoplasto y avala el esfuerzo realizado por la comunidad científica para su conocimiento.
Entre los resultados más destacables se encuentra el descubrimiento de que la enzima e
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