El papel del mundo rural en los cambios políticos y sociales está alcanzando una gran preponderancia en la historiografía de los últimos años. La amplia y extensa bibliografía aparecida sobre el tardofranquismo, el resurgimiento de la cultura de la protesta, la reivindicación democrática y sobre la transición política española presenta una notable deficiencia. No obstante, las explicaciones acerca de los factores determinantes de aquellos hechos cruciales en nuestra historia reciente siguen centrándose en los cambios estructurales acaecidos en España en los años sesenta del siglo pasado, como fue la industrialización, la urbanización, el cambio social y el destacado protagonismo adquirido por determinadas personalidades políticas vinculadas al aperturismo.
Durante el franquismo, la sociedad tuvo que organizarse para conquistar la libertad, un proceso costoso y conflictivo, que al igual que en el mundo urbano, ocurrió de manera dificultosa en el mundo rural. Además tuvieron que organizarse desde cada municipio, donde las estructuras del régimen franquista estaban muy enquistadas. Toda esta organización se llevó a cabo en un contexto socioeconómico particular para la agricultura española, en cuyo proceso de “modernización”, entendido como industrialización, los sindicatos agrarios, tanto de signo socialista como comunista, funcionaron como minimizadores de los costes sociales que el proceso de convergencia europea traería consigo una vez entrada España en la democracia.
El sindicalismo campesino actuó de manera decisiva en la construcción de un entramado discursivo de simbolizaciones idealizadas de la realidad agraria española de las década de los sesenta y los setenta del pasado siglo XX, tal entramado llegó a desempeñar un importante papel en la conformación de una serie de redes de sociabilidad enormemente fructíferas, así como en la sedimentación de identidades democráticas entre extensos conjuntos de la población jornalera. Identidades extraordinarias prolíficas en la posterior solidificación de un extenso ámbito social propiciatorio de la democracia y de un régimen político de libertades, unos campesinos y jornaleros entre los que estaban latente la idea de la democracia desde la Restauración y sobre todo desde la II República.
Por tanto, el mundo rural fue vital no solo para la consolidación de la democracia, sino también para la llegada de la misma a España. A la postre el mundo agrario siempre ha sido visto como una esfera anclada en el pasado, con una mentalidad conservadora, mantenedora de unos valores tradicionales y ajena a los procesos políticos. A pesar de esto, poco a poco se va vislumbrando la capacidad que ha tenido el mundo rural para reivindicar un papel que nunca se le ha atribuido. El papel de generador de pensamiento, de reivindicaciones y de luchas. Las resistencias emanaban, principalmente, de la búsqueda no solo de justicia, sino también de conservar sus formas y medios de vida.
Con lo cual, estos hechos históricos fueron configurando nuevas ideas y expresiones que sirvieron para impulsar la democratización desde abajo, pero también para defender un mundo rural que poco a poco era rechazado por los agentes del cambio y de la modernización que se implantó en el gobierno de la dictadura a partir de los años 60. El campo se movilizó de una manera directa, y estas reivindicaciones fueron recogidas por los partidos de izquierda, especialmente por el partido comunista, que supo, no solo recoger y defender estas peticiones, sino también crear todo un entramado clandestino que pudiera apoyar y romper desde abajo la dictadura franquista. Por consiguiente, ha sido de vital importancia, analizar los ayuntamientos porque en un primer momento fueron los primeros canalizadores de las reivindicaciones.
Es por esto que se ha elegido una serie de pueblos de muestra de la provincia de Granada y de Jaén. La elección de las dos provincias no fue una cuestión de azar sino que estuvo medido, en primer lugar por la configuración geográfica tan distinta que marca un modo de proceder de las personas que viven en ella. Por otra parte, el análisis documental se ha realizado, principalmente, a partir de la documentación emanada de los ayuntamientos, dando mayor importancia a las actas de pleno, el documento más importante de un gobierno municipal y donde se detecta la vida del municipio pero también a todo documento que emanara del consistorio como por ejemplo, los pregones; los programas de fiestas y ferias, donde los concejales y alcaldes escribían; los informes de secretaría; las hojas informativas; los expedientes judiciales y municipales, además de la documentación de hemeroteca, tan importante en la historia actual.
De igual modo la investigación incluye testimonios orales de personas procedentes de estos pueblos, pero que no vivieron la Transición en España sino fuera. La razón era fundamentalmente para que estas personas, que habían conocido otras formas de organización política, y habían participado, de manera directa o indirecta, con estas “escuelas de democracia” implantadas en Europa, pudieran crear un discurso que contrastaran lo que habían vivido en España, con lo que estaban viviendo en los países europeos, y a raíz de esto, ofrecer su opinión con respecto a la Transición. Por consiguiente, las entrevistas fueron realizadas a personas de la Asociación de Emigrantes Retornados de Granada, que nos aportaron una visión, que creemos, ha enriquecido de gran manera esta tesis doctoral.
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