La población navarra, diezmada tras la irrupción de la Peste Negra, se habría duplicado en espacio de dos siglos, aunque el mérito del crecimiento podría atribuirse en exclusiva al periodo 1470-1570. En términos generales, los efectos de la depresión bajo-medieval habrían sido más intensos y prolongados que en la mayoría de Europa, la recuperación debió iniciarse con más retraso y la caída en una nueva recesión sería más tardía y menos severa.
En el conjunto peninsular Navarra presentaría así una evolución más similar a Cataluña que a los territorios de la Corona de Castilla.
Debieron ser las variaciones de mortalidad causadas por la recurrencia de las "crisis mixtas" (hambre y enfermedad) las que marcaron las tendencias y ritmos demográficos: el prolongado marasmo (1350-1470), la lenta recuperación (1470-1530), la espectacular expansión (1530-1570), el estancamiento (1570-1600) y la recesión del Seiscientos (1600-1630). Las inclemencias meteorológicas, las epidemias de peste, las destrucciones de la guerra, el incremento de la fiscalidad o la ruptura del equilibrio agroganadero -a veces actuando conjuntamente- incidirían en la trayectoria demográfica como mecanismos detonantes de esas "crisis mixtas" o, en todo caso, reforzarían sus ritmos y efectos.
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