Desde que se introdujeron los programas de cribado poblacional para la detección precoz de las lesiones cervicales ha habido mucha controversia tanto en la nomenclatura, como en el significado evolutivo de estas lesiones. Actualmente sabemos que las lesiones pre invasoras pueden dar lugar a un cáncer de cérvix uterino, pero también sabemos que la mayoría de ellas desaparecen de manera espontánea gracias a la inmunidad del huésped.
A pesar de ello, y debido a la frecuencia de presentación de las lesiones cervicales pre invasoras en la población general y su posibilidad de degeneración maligna, los programas de cribado y seguimiento se mantienen ocupando gran parte del tiempo de las consultas de ginecología, generando incertidumbre en un periodo de tiempo muy prolongado de la vida de la mujer y de sus parejas antes de llegar a un diagnóstico definitivo.
Por ello, sería muy interesante incorporar otros métodos diagnósticos que nos pudieran aportar datos sobre las posibilidades de evolución de estas lesiones pre invasoras, evitando estos efectos secundarios del cribado poblacional del cáncer de cuello uterino.
La determinación inmunohistoquímica de la proteína P16, (que es una expresión indirecta de la infección viral y de la degeneración maligna) y su incorporación en ciertas etapas del cribado poblacional o tras el diagnóstico de alguna lesión pre invasora, podría mejorar estos aspectos comentados. Así, nos podría filtrar aquellas pacientes con mayor potencial de progresión, que requerirían un seguimiento más estrecho, y aquellas que evolucionarían hacia la curación, sin precisar excesivos controles y pruebas, ni someterse a una situación de incertidumbre y estrés innecesaria.
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