Clásicamente se ha utilizado la estesiometría de contacto para explorar la sensibilidad de la córnea y la conjuntiva, si bien esta metodología, además de producir lesiones epiteliales indeseables, sólo ha permitido explorar la sensibilidad mecánica. La aparición del estesiometro de gas (Belmonte y cols, 1999) permite en la actualidad la exploración inocua tanto de la sensibilidad mecánica como de la química y térmica y, por tanto, explorar cuál es el estado de los diferentes tipos de inervación sensorial de la superficie ocular, incluyendo no sólo los receptores sensoriales que responden a la estimulación mecánica (mecanorreceptores y mecanonociceptores), sino también los que responde a la estimulación química y de calor (nociceptores polimodales) y los que lo hacen a la estimulación con frío (receptores de frío).
Este trabajo se ha centrado fundamentalmente en estudiar los cambios de la sensibilidad mecánica y química que se producen con la edad, siendo la primera vez que se describen las modificaciones asociadas a la edad de la sensibilidad química de la superficie del ojo, tanto de la córnea como de la conjuntiva. Se ha determinado en la córnea y en la conjuntiva el umbral de sensibilidad química y mecánica, en 50 sujetos de ambos sexos y edades entre 23 y 71 años, evaluando: a) la evolución con la edad, b) las diferecias entre sexos, c) las diferencias según el color del iris y d) la influencia sobre el umbral de los tres factores (edad, sexo y color de ojos).
Los resultados muestran que existe un descenso en la sensibilidad mecánica y química con la edad, cláramente significativo en sujetos mayores de 50 años. Los umbrales de sensibilidad mecánica se mantienen similares hasta los 50 años, experimentando posteriormente un salto, mientras que los umbrales de sensibilidad química aumentan de manera progresiva con la edad, lo que indicaría que la pérdida en la densidad o la funcionalidad de la
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