La tesis doctoral analiza cómo el patriarcado sanciona todas aquellas conductas o valores que no se ajustan a los modelos androcéntricos de feminidad categorizando tales conductas como ¿fenómenos monstruosos¿ en la medida en que cuestionan y vulneran la normativa patriarcal. El imaginario medieval personificó el paradigma de monstruosidad femenina o mujer desobediente en el estereotipo de la bruja.
La investigación muestra la configuración del estereotipo de la bruja medieval, mediante el análisis de los tratados demonológicos más relevantes de la Baja Edad Media, y su pervivencia en la Modernidad a través de las reelaboraciones literarias y artísticas del estereotipo de la femme fatale en los siglos XIX y XX.
La investigación se aborda desde una perspectiva histórico-cultural que subraya la representación de las mujeres como ¿monstruos femeninos¿, sujetos sociales de segundo orden que convierten la transgresión social en su seña de identidad, y cuyo origen se sitúa en el vínculo que la sociedad patriarcal establece con las religiones. La presencia de actitudes misóginas en las tradiciones orientales, hebreas y cristianas evidencian la antigüedad de los mecanismos patriarcales que han contribuido a naturalizar la discriminación histórica de las mujeres incidiendo en su supuesta naturaleza impura, transgresora y monstruosa.
La imaginería simbólica está en el origen de la deslegitimación de las mujeres y su estudio revela la complejidad de los mecanismos que somatizan una asimetría de género de origen sociocultural. Los mitos, símbolos e imágenes revelan todo aquello que se oculta bajo lo aparente, lo visible y lo ¿normal¿, de manera que su análisis arroja luz sobre los comportamientos y elementos que el sistema social pretende ocultar.
La investigación subraya la necesidad de analizar los miedos que la sociedad patriarcal no se atreve a verbalizar por temor a que la palabra se convierta en realidad, sin embargo, la ideología androcéntrica siente la necesidad de expresar sus miedos ancestrales. Esa necesidad se proyecta a través del arte, entendido como una expresión liberalizadora que condensa los símbolos, imágenes y mitos que evidencian el miedo masculino ante la naturaleza femenina.
La proyección de los miedos patriarcales en la esfera simbólica invisibiliza las debilidades del sistema social y las codifica bajo una gruesa capa de ficción y ensoñación que debe ser deconstruída de una manera crítica y feminista que evidencie los mecanismos mediante los cuales se moldea la percepción que tienen las mujeres de sí mismas y del mundo que les rodea. La deconstrucción de los antiguos mitos y símbolos misóginos y su reelaboración en la Modernidad facilitan una mayor comprensión de la incidencia de los factores que inconscientemente se sumergen en nuestra estructura cognitiva para perpetuar la supuesta inferioridad, impureza y monstruosidad de las mujeres que transgreden los tradicionales roles de género.
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