Los proyectos desarrollados por la industria de la construcción presentan características que los hacen estar sometidos a un alto grado de incertidumbre desde sus inicios. Esta incertidumbre, se puede traducir en riesgos que tendrán consecuencias en el proyecto, siendo habitual que estos no terminen cumpliendo sus objetivos.
La industria de la construcción ha intentado durante décadas encontrar un modelo de gestión de riesgos, que evite la ocurrencia de los riesgos a los que se ven sometidos a lo largo de su ciclo de vida. Otras industrias, por su naturaleza, han podido manejar con éxito esta circunstancia, cuestión que no ha ocurrido en la industria de la construcción.
Los desvíos en los objetivos principales de coste, plazo y alcance que sufren, con excesiva frecuencia, los proyectos de la industria de la construcción, parecen indicar que la gestión de los riesgos debe reorientarse hacía un ámbito de aplicación diferente, realizado con una perspectiva más amplia, que permita formulaciones de estrategias proactivas, orientadas hacia las etapas anteriores a la ocurrencia de los riesgos.
Pese a que ciertos expertos y guías, reconocen la importancia de identificar y documentar la causa que origina los riesgos, no plantean la gestión de la misma, perdiendo el gran potencial que supone comenzar la gestión del riesgo, precisamente empezando a tratar la causa que lo origina.
La naturaleza de un proyecto de construcción y su entorno, es tan dinámico que es considerado como un sistema que evoluciona de forma particularizada, incluso con respecto a otros proyectos realizados previamente o que se realizan a la vez. Esta cuestión, exige particularizar la aplicación de la gestión de los riesgos en función de las condiciones internas y externas que rodean al proyecto, así como de las debilidades concretas que este presenta. Estas debilidades conforman la vulnerabilidad del proyecto y favorecerán la ocurrencia de los riesgos y su impacto en el proyecto, a partir de una causa de riesgo.
Todo riesgo tiene al menos una causa o fuente que lo provoca. Las ciencias sociales y naturales, gestionan las amenazas o fuentes de peligro, mediante el tratamiento de la vulnerabilidad de los sistemas. Los componentes de la vulnerabilidad, en estos campos, están reconocidos por la exposición a la amenaza, la sensibilidad a los peligros originados por la amenaza y la capacidad de control del sistema para prevenir y recuperarse posteriormente.
Importar estos conocimiento, con la necesaria contextualización de los componentes de la vulnerabilidad a la gestión de riesgos en proyectos de construcción, aporta una visión diferente sobre cómo gestionar los riesgos en estos proyectos.
Un proyecto se muestra vulnerable a ciertas causas de riesgo por dos razones fundamentales: porque se encuentra expuesto a la causa de riesgo y porque es sensible a los riesgos derivados de esta. Pero no solo eso, estas dos condiciones deben de encontrarse solapadas en el tiempo, es decir, no basta con estar expuesto o ser sensible, sino que el proyecto debe de estar expuesto y ser sensible al mismo tiempo, a la causa de riesgo y a sus riesgos, respectivamente.
La vulnerabilidad es una propiedad interna del proyecto y puede ser modificada mediante su capacidad de control, en función de la organización, características, recursos y herramientas de que disponga el proyecto, para prevenir, afrontar y reponerse ante una situación de riesgo.
Basado en lo anterior, en esta tesis se desarrolla un nuevo modelo de gestión de riesgos fundamentado en el tratamiento y gestión de las causas de riesgo y de la modificación de la vulnerabilidad del proyecto.
La gestión de las causas de riesgo permite anticipar la gestión del riesgo a su origen, facilitando incorporar medidas y recursos que eviten que el evento de riesgo esté presente en el proyecto.
La aplicación del modelo permite establecer los escenarios más adecuados, que favorezcan el establecimiento de medidas proactivas que reduzcan o eliminen la exposición del proyecto a las causas de riesgo y su sensibilidad ante los riesgos derivados de estas. Además, posibilita formular e implementar con antelación, medidas reactivas para que, una vez que el riesgo ha ocurrido, faciliten la recuperación y minimización de las consecuencias del riesgo a la finalización del proyecto.
El modelo se ha validado en un gran proyecto de edificación, con un presupuesto inicial superior a los 50 millones de euros, un plazo de construcción de 22 meses y construido mediante la formalización de nueve contratos de obra, obteniendo unos resultados muy satisfactorios.
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