El origen y difusión de las técnicas irrigación sobre los espacios agrícolas y el uso de ingenios hidráulicos, surge con toda probabilidad en un lugar del Mediterráneo Oriental conocido como el Creciente Fértil, lugar de la antigua Mesopotamia. Esas primeras experiencias, se difunden hacia Occidente, a otras culturas como la egipcia, la helenística y la romana.
La existencia de antiguos arquetipos hidráulicos queda recogida en el primer tratado de arquitectura de la historia, escrito por Vitrubio en el siglo I d. C.
El descubrimiento en los primeros años del siglo XX de las ruedas hidráulicas utilizadas por los romanos en las explotaciones mineras de Río Tinto, Huelva (España), resulta ser una evidencia arqueológica de gran importancia. Movidas por la fuerza del hombre, en su estructura predominaban los elementos radiales y su tamaño era inferior a los 5 metros de diámetro, estaban construidas en madera a excepción de su eje que se ejecutaba de bronce, para conseguir una mayor durabilidad.
El dominio visigodo a la caída del imperio, provoca en el sureste de Hispania un efecto de ruralización. Todo parece indicar, que en esa época, en los espacios irrigados, se mantendrían las ruedas hidráulicas de inspiración clásica, instalándose en las riberas de los ríos para el riego de jardines y huertos.
Otro “momento arquitectónico” en la evolución de estos ingenios hidráulicos, sucede con la llegada del pueblo árabe, auténticos innovadores en la generación de nuevos espacios irrigados y en la aplicación de nuevos sistemas hidráulicos. Este nuevo espacio, quedará configurado por la creación de una red de acequias, sobre las que ocasionalmente, se instalarían norias de corriente.
La morfología y el programa ornamental de las ruedas musulmanas, se caracteriza por la proliferación de elementos de madera que conforman figuras geométricas entrelazadas entre sí, con la función de rigidizar esbeltas norias, de diámetros muy superiores a las de inspiración clásica.
El siglo XII fue el periodo de mayor apogeo de los sistemas hidráulicos, junto a las madinas se construyeron complejos sistemas de riego a partir de presas y acequias, que llevaron las huertas a sus límites máximos.
Los árabes modificaron por completo el paisaje regional, en las vegas de los ríos y en las laderas montañosas del interior, configurando unos paisajes agrarios perpetuados hasta hoy, mantenidos en su ausencia por la sociedad feudal que les sucedió.
Particularmente emblemático, dentro de la Vega Alta del Segura, el Valle de Ricote, se caracteriza por la ocupación lateral de los escasos espacios que bordean el cauce del río y las montañas limítrofes, originando un espacio de características muy particulares.
La base de este “sistema hidráulico”, se caracteriza por la construcción de presas situadas transversalmente al cauce del río y por la apertura de nuevas acequias, en sus extremos, para después de recorrer las distintas terrazas agrícolas, devolver las aguas sobrantes al cauce principal. Cuando el espacio agrícola colonizado mostraba fuertes desniveles, se acudía a la construcción de norias de corriente para salvar las diferencias de cota y así elevar el agua. La estructura de las norias de corriente sería de madera y sus distintos elementos reproducirían formas que se corresponderían con cada “momento cultural”.
En la huerta murciana bajomedieval, las norias de corriente son de influencia clásica, con ligeras referencias estilísticas árabes y donde los elementos radiales predominan sobre los concéntricos. Para la unión de las escuadrías de madera, se utilizarían distintos ensambles unidos por clavijas de madera e incluso cuerdas de atado.
Para la extracción de agua se utilizarían cangilones de arcilla atados con cuerdas en la parte exterior de la rueda, como las norias de vuelo andaluzas, pero la casuística murciana, responde al modo clásico de una simple o doble corona exterior compuesta por cajones huecos que cumplen asimismo la función del cangilón.
El movimiento de la rueda se producía por el impacto de la corriente sobre unas palas perimetrales radiales con el eje y en cuyo extremo se adosaban los cangilones, que en su llegada a la parte superior de la noria, vertían el agua sobre una canal.
La historiografía del siglo XX ha identificado estos espacios con el paisaje típico islámico, aunque esas técnicas fueron heredadas y utilizadas por los cristianos entre los siglos XIII y XVIII, su impronta sobre el paisaje no constituye ninguna reminiscencia del pasado musulmán de la Región. Es significativo, que las norias más antiguas que se conservan, tengan datada su construcción en el siglo XV, en época alejada del periodo islámico.
La conquista cristiana y el mundo feudal, impulsó la construcción de norias de tipología medieval, cuya denominación se debe a que las máquinas, quedan encerradas entre muros de fábrica de sillería, con la finalidad de protegerse frente a las avenidas.
La evolución de los ingenios hidráulicos es continua, siendo especialmente emblemáticos los periodos, renacentista, las intervenciones Ilustradas y finalmente la Revolución Industrial.
Los siglos XVIII y XIX, se caracterizan por grandes ampliaciones de los espacios regables debido a nuevas políticas estatales. La ampliación de los regadíos de las cuencas hidrográficas de los ríos españoles, llevan aparejado la construcción de sistemas hidráulicos donde las norias de corriente tenían un importante protagonismo.
El siglo XIX, es el periodo de máxima implantación de norias de corriente a lo largo de la huerta del Segura, apareciendo en el diseño de las ruedas, elementos metálicos (hierro) para los elementos estructurales (eje, radios y travesaños), que se alternan con otros de madera que se consideran pasivos (palas, cajones, canales) y que dan lugar a ruedas hidráulicas de grandes dimensiones, con diámetros que llegan hasta 14 metros.
Las ruedas de corriente de la cuenca hidrográfica del río Segura. Tipos, formas y geometría.
Dos casuísticas diferentes podemos observar a lo largo de la cuenca hidrográfica del río Segura y que podemos asociar a dos tipos distintos de sistemas hidráulicos de regadío: -Norias de corriente del Grupo I. Son las que se construyen en las riberas del río Segura, protegidas por muros de sillería bien trabajada que evitan su deterioro por efecto de las avenidas. El sistema hidráulico donde se incluyen estas ruedas hidráulicas, consta de, una presa de sillería, el canal de entrada a la noria y finalmente la noria propiamente dicha, que eleva el agua hacia el espacio irrigado.
-Norias de corriente del Grupo II. Son las que se construyen sobre los canales artificiales o acequias, constituyendo la casuística más frecuente de la cuenca. Su construcción es sencilla, colocando el artefacto, generalmente, sobre muros de mampostería ordinaria revestida o bien fábricas de ladrillo macizo colocado a cara vista. Así la noria se encuentra a salvo de las avenidas del río. El sistema hidráulico donde se incluyen estas ruedas hidráulicas, consta de, una presa o azud, que se construye de forma transversal al cauce del río y de cuyos extremos, nacen una o dos acequias, que transcurren de forma más o menos paralela al cauce fluvial y finalmente una noria de corriente, que eleva el agua hacia el espacio irrigado.
Aún podemos dotar al conjunto de las norias de corriente, de una mayor especificidad, y es, establecer una subdivisión que dependa de los materiales que han sido utilizados en su construcción. Así tendremos: -Norias de corriente del tipo A, que presentan elementos de madera en la práctica totalidad del artefacto.
-Norias de corriente de tipo B, presentan estructuras de tipo mixto, utilizando perfiles de hierro forjado o fundido para los elementos estructurales –radios, travesaños, tirantes, separadores-, mientras que para la construcción de elementos pasivos –palas, cajones o cangilones, canales, guardavientos-, utilizan elementos de madera en diversas escuadrías.
-Norias de corriente tipo C, son las que se construyen con elementos metálicos en su totalidad, ya sean perfiles de hierro forjado o fundido, o bien perfiles de acero laminado.
En su evolución, las norias de corriente, han ido reflejando en sus estructuras, variaciones y composiciones estilísticas que reflejaban el “momento” técnico y cultural de cada edad de la arquitectura. De las composiciones radiales, simples, de las norias de influencia clásica, pasamos a las estructuras fuertemente ornamentadas por elementos geométricos de las norias árabes. La depuración ornamental fue la característica fundamental de las norias bajomedievales y modernas, racionalizando las formas geométricas. El periodo neoclásico y las intervenciones Ilustradas, constituyen un momento arquitectónico de gran impulso en la construcción de norias de corriente en la cuenca del Segura, siendo el periodo de máximo esplendor y difusión el siglo XIX y la primera mitad del XX.
Epílogo.
Con la aparición de los nuevos materiales, las formas de las ruedas, pierden las referencias estilísticas y simplemente reproducen tipologías tendentes a lo funcional. La crisis de la agricultura tradicional acontecida en el siglo XX, con la aparición de nuevas tecnologías, trajo consigo el crecimiento urbano y el descenso del poblamiento rural. La sustitución de las norias de corriente por mecanismos accionados por combustibles fósiles y otros eléctricos, produjo el abandono inexorable de estos artefactos.
En la actualidad, estos ingenios hidráulicos se debaten dentro de su inactividad entre el abandono y la consideración como parte del patrimonio histórico hidráulico.
“…Aún, en algunos lugares del Valle de Ricote, viejas norias derraman sobre los márgenes de tierra agua abundante que riega cañares, membrilleros, higueras y miles de frutales, tantos, que nunca hubieras imaginado…” José Montoro Guillén.
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