Al observar la globalidad de la existencia humana se puede apreciar un fenómeno común en el espacio-tiempo: el hombre sufre. Sin embargo, en la actualidad faltan personas que cuiden de manera integral al homo patiens, siendo Enfermería una de las profesiones ontológicamente llamadas a su atención. De ahí la pertinencia de profundizar en el fenómeno del sufrimiento y la dimensión constreñida, buscando en el pasado de la profesión referencias donde podríamos encontrar una identidad al respecto de los cuidados espirituales, siendo esta el patrón y reformador de la Enfermería española San Juan de Dios; sin embargo, este no se entiende sin su director espiritual, el cual le guio en su autocuidado hasta alcanzar la salud espiritual. Así, el objetivo principal que nos marcamos fue describir los cuidados espirituales de San Juan de Dios, influidos por San Juan de Ávila, desde las taxonomías enfermeras actuales. Para ello, describiremos y compararemos la espiritualidad de San Juan de Dios y San Juan de Ávila, realizando lo mismo en cuanto a los cuidados espirituales.
Para la consecución del propósito del estudio, recurrimos a la metodología historiográfica a través de la historia de las mentalidades y con ciertos aspectos del método biográfico moderno, de modo que pudiésemos ver la influencia socio-cultural sobre la persona concreta y viceversa, llegando a trascender los cuidados de la época revalorizando la dignidad de la persona en su continuum salud-enfermedad realizando transferencias de la Enfermería actual para realizar una aportación en la búsqueda de identidad en torno al ser de la profesión. Para ello, se realizó un análisis de contenido de documentos históricos donde seleccionamos aquellos más próximos en el tiempo. En cuanto a la figura de San Juan de Dios se escogieron la biografía redactada por Castro, el proceso de beatificación, el pleito de propiedad del hospital de San Juan de Dios, y las cartas redactadas por él mismo. En cuanto a la figura de San Juan de Ávila optamos por su obra paradigmática Audi, filia y el epistolario. A su vez, realizamos una búsqueda bibliográfica para la interpretación de los mismos, mientras nos ayudó en la elaboración de las categorías de análisis a priori, aunque estas fueron flexibles por la misma naturaleza de la metodología cualitativa.
En análisis documental pudimos observar el desarrollo espiritual de Juan de Dios siguiendo la espiritualidad cristiana católica desde la mística. En ella se observa el desorden interno al tomar conciencia del desequilibrio de sus potencias, de ahí que comience paulatinamente un camino de autonocimiento para poder liberarse de las esclavitudes de los placeres, el materialismo y la honra, y los propios pensamientos y emociones, al asumir la responsabilidad de su vida. Por este motivo, comienza a obedecer a lo trascendente que se manifestaba en su conciencia ayudado por los medios de crecimiento espiritual de la época, jerarquizando sus valores. Por este motivo, descubre que todo hombre es igual en cuanto a dignidad, por lo que optó por aquellos más desfavorecidos renunciando a toda honra anodadándose en la búsqueda de la verdad que halla en Dios. Por ello se desprendió de todos sus bienes personales para acoger todo de todos, favoreciendo la salud comunitaria a través de grupos de autoatención donde toda persona podía arraigarse, especialmente por medio de la fe y lo simbólico-ritual propio del catolicismo de la época, lugar donde encuentra el sentido de su vida en el amor. Por ello, se siente perdonado para perdonar iniciando una vida de gratuidad donde la oración en soledad y silencio tienen un lugar privilegiado para reencontrarse consigo mismo, con los demás, la naturaleza y con Dios, de lo que se desprende que cumpla con su deber en cada momento a través de su vocación hospitalaria enfermera. Juan de Ávila, como místico, encuentra el sentido de la vida en el amor recibido para amar a Dios a través del prójimo. Esto le hace predicar la renuncia de aquello que esclaviza al hombre para liberarse de las estructuras internas y externas injustas poniendo en orden la vida del hombre, el cual considera hijo de Dios, en lo que descubre el verdadero honor. Por ello, la persona podría experimentar gratitud al considerar la ayuda de lo trascendente en este camino de autoconocimiento y ordenación. Esta experiencia se desarrolla partiendo de momentos de soledad-silencio-oración donde la persona se une a lo divino arraigándose en lo trascendente, por lo que en consecuencia la persona prioriza despreciando lo material para revalorizar lo comunitario en tiempos donde la honra venía marcada por lo material y la aparente virtud. De este modo, la persona puede cumplir con su deber según vocación liberándose de los miedos provocados por las amenazas percibidas experimentando la seguridad a través de lo eterno asumiendo el riesgo de la incertidumbre de la vida.
La espiritualidad entre ambos autores es muy similar; ambos son cristianos católicos según el espíritu de la época siendo la diferencia más significativa la realización de la misma en su vida diaria, puesto que uno tiene vocación enfermera y otro de presbítero, aunque los pilares básicos confluyen pudiendo afirmar la influencia de Juan de Ávila sobre Juan de Dios a través de su dirección espiritual.
En cuanto a los cuidados, Juan de Dios, antes de su conversión, fue ahondando en su experiencia del sufrimiento ante diferentes crisis de sentido. Antes de su conversión, recurrió a los medios de crecimiento espiritual de la época como eran la confesión, la oración, la misa y las lecturas de textos espirituales y predicaciones, fruto de esta última fue su conversión de manos del Maestro Ávila, el cual se convertiría en su director espiritual hasta alcanzar su madurez, aunque siempre permanecerá bajo su guía. Una vez iniciada su reforma hospitalaria comenzó a dar cuidados a aquellas personas que se hallaban bajo un sufrimiento espiritual. Entre los cuidados que se aprecian podemos afirmar que realizaba las NIC apoyo espiritual y facilitar el crecimiento espiritual, a lo que hay que añadir presencia, contacto, facilitar el perdón, facilitar la meditación, asesoramiento, cuidados en la agonía, dar esperanza, facilitar el duelo, facilitar la expresión del sentimiento de culpa, derivación y escucha activa, ya bien fuesen de manera presencial o por carta.
En cuanto a Juan de Ávila, como presbítero y Maestro en teología, fue una figura insigne de la dirección espiritual y el fomento de los medios de vida espiritual, como se aprecia con Juan de Dios. En esta relación terapéutica que se establece entre ambos, se aprecia como el Maestro desde el primer momento de su conversión lo acogió como dirigido realizándole presencia y escucha activa, donde se aprecia la relación de ayuda a través de diálogos donde se reformulaba y confrontaba la realidad expresada por Juan de Dios. A su vez, estos se aprecian a través de las NIC apoyo espiritual y facilitar el crecimiento espiritual, clarificando valores, mejorando el afrontamiento, asesorándole e incluso derivándole a otro confesor, dándole esperanza y responsabilizándole de su autocuidado.
De este modo, se aprecia como Juan de Dios pudo aprender de su Maestro las intervenciones que por propia experiencia había recibido, aunque se observa una clara opción preferencial por los pobres incluso en situaciones de desobediencia a sus superiores.
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