La enfermedad se convierte en el valor estético predominante en el Fin de siècle, momento singular en la conformación de la modernidad europea, cuyo referente es la ciudad de París.
Esa nueva estética se generaliza a través de un discurso, que se convertirá en dominante, en él se imbrican la ciencia médica, con la teoría de la degeneración de Morel, difundida gracias a las obras de Cesare Lombroso y de Max Nordau; y la literatura decadentista surgida de Baudelaire, Verlaine y Huysmans, en otros. La literatura en lengua castellana de España e Hispanoamérica, periferia de esa modernidad, está marcada por el mismo concepto patológico que la literatura europea. La recepción de esa estética patológica moderna en la literatura castellana se hace a partir de tres tipos de obras: las de historia y crítica literaria, en las que se utiliza la enfermedad como valoración estética; las de análisis sociológico de la literatura, en las que se usa como tema o motivo para subvertir el orden social; y las de reconstrucción de la teoría literaria, en las que se desarrolla la idea del genio enfermo. En esta última tipología las obras suelen ser novelas de artistas o Künstlerroman a menudo bajo la forma diarística. Tenemos dos claros ejemplos de esta clase de novelas en De sobremesa de José Asunción Silva y Diario de un enfermo de José Martínez Ruiz, textos que desarrollan lo patológico como la estética más moderna.
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