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Opinión pública y diplomacia británica ante la guerra de Sucesión española (1710-1713)

  • Autores: Manuel Alejandro Castellano García
  • Directores de la Tesis: Joaquim Albareda i Salvadó (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat Pompeu Fabra ( España ) en 2018
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Lucien Jean Bély (presid.), Agustí Alcoberro i Pericay (secret.), Christopher Storrs (voc.)
  • Programa de doctorado: Programa de Doctorado en Historia por la Universidad Pompeu Fabra
  • Materias:
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: TDX
  • Resumen
    • Concluir la guerra de Sucesión española supuso un ingente esfuerzo que obligó al gobierno de Robert Harley a usar todos los medios a su alcance. El presente trabajo estudia los movimientos diplomáticos y las estrategias negociadoras empleadas por Gran Bretaña para llegar a acuerdos con sus enemigos y convencer al mismo tiempo a sus aliados, reticentes, para unirse a su proyecto de paz. Al mismo tiempo examina el uso dado a la opinión pública y la importancia que el enfrentamiento propagandístico entre medios afines a tories y whigs tuvo a la hora de que las políticas a favor de la paz se impusieran en el debate parlamentario y calasen en la sociedad británica.

      La conjunción de ambos aspectos nos permite estructurar el proceso de la negociación de paz vinculándolo con la situación social y económica vivida por Gran Bretaña en su empeño por llegar a una paz definitiva con España.

      Estudiar la lucha propagandística que tuvo lugar en Gran Bretaña entre 1710 y 1713 supuso consultar el mayor número posible de los medios de prensa producidos para mover a la opinión pública a posiciones en favor o en contra de la paz y dotar de un argumentario oficial a políticos. Su consulta se vio facilitada por la existencia de excelentes trabajos que recopilan las obras de los panfletistas más relevantes de la época. Los restantes aspectos se pudieron cubrir con la investigación en archivos, encontrando en la British Library un amplio catálogo de materiales impresos. En cuanto a la prensa, los principales medios de la época se encuentran en obras de recopilación o pueden consultarse en el fondo de los National Archives.

      En cuanto al terreno diplomático, nuestra atención se centró en tres archivos: Los Archives Diplomatiques du Ministère des Affaires Étrangères, primordiales para reconstruir y analizar las primeras fases de la negociación. Además la supeditación española respecto a Francia durante gran parte de la negociación nos llevó a seguir la comunicación entre España y Francia y las negociaciones que, sobre cuestiones que afectaban a la corona española, realizaron exclusivamente británicos y franceses. Las series británica y española de "Correspondance Politique" y "Mémoires et documents" han tenido enorme valor para ello, En la British Library estudiamos la correspondencia de los plenipotenciarios británicos en Utrecht, la de Lord Bolingbroke y la extensa documentación relacionada con Robert Harley,y proporcionó el grueso de la documentación empleada en el estudio de la embajada de Lord Lexington en Madrid.

      En los National Archives, junto a otra parte de los documentos sobre la embajada de Lexington, resultó de gran utilidad la documentación referida a la negociación del “caso de los catalanes”. Además, los legajos referidos a las negociaciones realizadas en Utrecht permitieron reconstruir el sentir de los plenipotenciarios británicos y, en los compases finales del congreso, las negociaciones y relaciones establecidas con los plenipotenciarios españoles.

      A partir de estas fuentes unidas a materiales como la correspondencia y memorias de algunos de los principales personajes, tomamos el pulso a la situación interior en Gran Bretaña e investigamos cómo se desarrollaba la pugna en la opinión pública y hasta qué punto influía en los movimientos políticos británicos. Una vez conscientes de sus interrelaciones, hemos definido el tempo, objetivos y variaciones acontecidas en la diplomacia británica desde los primeros y contactos hasta la firma de la paz con España.

      La dualidad entre opinión pública y diplomacia nos hizo dividir la tesis en dos bloques. Dos capítulos se consagran al análisis de la opinión pública británica y tres a las cuestiones diplomáticas, uno de ellos dedicado en exclusiva al tratamiento de los asuntos relacionados con España.

      En primer lugar planteamos el cambio de contexto que permitió el inicio de las negociaciones franco-británicas. La pérdida de confianza de la reina Ana en el gabinete whig se plasmó en su desaparición de los principales cargos de responsabilidad del Estado a partir del primer trimestre de 1710. Este proceso devolvió al poder a los tories, con Robert Harley al frente. La entrada de un partido inclinado a la paz facilitó a Francia reavivar los contactos, planteados a través del abbé Gaultier. Por ello la tesis profundiza en el papel jugado por este personaje, presente en toda la negociación y que en sus estadios iniciales presentó un papel especialmente relevante. Su seguimiento permite cubrir un terreno historiográficamente algo oscuro: la concreción de los primeros contactos informales entre franceses y británicos y el camino recorrido hasta que a finales de 1710 las negociaciones bilaterales se consolidaron.

      A continuación realizamos el primer acercamiento a la opinión pública británica. Conscientes del gran desarrollo que presentaba en Gran Bretaña, estudiamos como se produjo la expansión de la letra impresa y cómo se relacionó con el poder, que la entendió como una fuerza eminentemente subversiva que debía ser controlada.Fue especialmente a finales del s. XVII cuando, especialmente tras el fin de la censura previa a las publicaciones, comenzó a entenderse también como una herramienta política.

      Robert Harley entrevió que las posibilidades políticas de la prensa eran superiores a las que se venían empleando, y estructuró en su primera experiencia ministerial un entramado propagandístico que amplió tras su retorno al poder en 1710. Comprobamos como buscó moldear la opinión del ciudadano y adaptarla al apoyo de movimientos de gran calado que requerían largas maniobras políticas. Si bien estas actuaciones en muchos puntos respondían más a las propias concepciones políticas de Harley que a las directrices del partido tory, allanar la llegada de la paz fue el principal asunto al que se consagró.

      El tercer capítulo entra en el proceso negociador desde la apertura oficial y secreta de la negociación entre Francia y Gran Bretaña hasta la firma de los preliminares de Londres. Este se vio mediatizado por la situación sociopolítica británica, con el partido tory dividido y un gobierno inmerso en una inestabilidad económica que, junto con la presión de whigs y sus aliados bélicos, amenazaba con derribarlo.

      En el caso de España su actividad diplomática estuvo marcada por los intentos de Felipe V de actuar con independencia respecto a Luis XIV. Este anhelo chocó con la intención británica de tratar exclusivamente con Francia, algo también deseado por los franceses al permitir a Luis XIV asumir compromisos en nombre del monarca español. Esto propició un aumento de la tensión entre las cortes borbónicas, en un momento en que arreciaban las quejas de los plenipotenciarios españoles, desplazados a París a la espera de pasar a Utrecht, conscientes de se les mantenía al margen de las decisiones que sobre España tomaban franceses y británicos.

      El cuarto capítulo completa lo referente a la opinión pública al adentrarnos en el periodo que marca la negociación de paz hasta la firma del tratado de Utrecht. Este se define por la dura lucha propagandística entre tories y whigs, buscando respectivamente favorecer la paz y reforzar al gobierno o derribarlo y retornar al belicismo. La estructura creada por Robert Harley y comandada por Swift y Defoe llevó una estrategia a largo plazo en favor de la paz basada en inculcar en una población hastiada de guerra la necesidad de reconstruir la economía británica a partir de una paz honorable y, al mismo tiempo, debilitar los apoyos de los belicistas whigs. En este estudio fue imprescindible detenerse en el "Conduct of the allies", que ilustra a la perfección la doble función del propagandismo: expandir un ideario entre la población y dotar de un argumentario político que permitiese a los tories imponerse en los debates parlamentarios.

      El quinto y último capítulo si bien no pierde de vista lo que sucedía en Utrecht, se centra en las negociaciones entre británicos y españoles. Las condiciones de la paz entre Gran Bretaña y España se dilucidaron en dos escenarios que permitieron participar activamente por primera vez a los españoles. Las misiones de Lord Lexington en Madrid y el marqués de Monteleón en Londres definieron la paz entre ambas monarquías en unas negociaciones más complejas de lo esperado a causa de lo que parecían asuntos menores, especialmente la conservación de la religión en los territorios cedidos a Gran Bretaña y el rechazo de Felipe V a mantener los privilegios de los catalanes. Una vez resueltas el acuerdo fue llevado a Utrecht, donde se produjo la rúbrica definitiva del tratado de paz.

      Se concluye pues que la paz de Utrecht fue una paz británica. Gran Bretaña manejó los tiempos de la negociación y estableció sus requisitos innegociables, presionando además a sus aliados para que aceptasen sumarse. Pero la apuesta por la paz requirió combinar la lucha parlamentaria con la obtención de un amplio apoyo social que permitiese realizar decisiones políticas no siempre fáciles de asumir.

      Para llevar las conversaciones de paz a buen término fue vital para el gobierno controlar esta oposición interior, lo que le garantizaría estabilidad y la fortaleza necesaria para presionar con éxito a los enemigos para obtener concesiones y a sus aliados para que las aceptasen.

      Eso hizo imprescindible lograr el apoyo de amplios sectores de la opinión pública y obtener ciertas victorias parlamentarias clave, y en ello el propagandismo jugó un papel crucial.

      En ese terreno la principal novedad que aplicó Harley fue orientar las actuaciones a un único objetivo común a largo término, más importante que el resultado concreto de cada actuación concreta.

      Ante la belicosidad whig, la estrategia buscó volcar a la población en favor de la paz presentando a Gran Bretaña como la gran perjudicada por la estrategia seguida por los aliados en connivencia con los whigs, quienes habían actuado contra los intereses británicos por beneficios personales. Esto les liberaba de cumplir los compromisos adquiridos con unos aliados indignos, justificando buscar la salida del conflicto incluso al margen de ellos.

      Gran Bretaña dirigió las negociaciones hacia dos objetivos básicos: limitar el poder borbónico sin abrir la puerta al predominio de Carlos VI y obtener ventajas que les resarciesen del costo que la guerra les había supuesto.

      Los contactos iniciales se mostraron exitosos, y los preliminares de Londres fueron la base sobre la que bascularon los acuerdos de paz de Utrecht. Firmados con Francia tras una negociación bilateral, ya contenían importantes concesiones referentes a España. La supeditación española frente a Francia resultó enormemente provechosa a los británicos al eliminar las resistencias que, con toda seguridad, la corte de Madrid habría presentado ante algunas peticiones. Luis XIV, también necesitado de paz, afrontó la negociación con un mayor pragmatismo, y a excepción de temas concretos como la conservación íntegra de los territorios españoles de las Indias, se mostró predispuesto a aceptar en nombre de su nieto las pérdidas territoriales y ventajas comerciales exigidas desde las islas británicas.

      Por ello, cuando finalmente tuvieron lugar, las negociaciones hispano-británicas se encontraron muy limitadas, siendo las ventajas comerciales que recibiría Gran Bretaña el gran punto a tratar. Es posible que la necesidad de Felipe V de reafirmarse como soberano independiente influyese en la insistencia con que se intentó insertar en el acuerdo de paz las garantías al catolicismo en Gibraltar y Mahón y se otorgase a la princesa de los Ursinos el principado prometido por el monarca español. Si en estas dos cuestiones debió finalmente transigir, se mantuvo inamovible su negativa respecto al mantenimiento de los privilegios catalanes, convencido de que Gran Bretaña no pondría en riesgo a paz por esa cuestión, previsión que se mostró acertada.

      Gran Bretaña finalizó la guerra de Sucesión española logrando unos acuerdos que consagraron un nuevo orden europeo basado en el equilibrio de poderes, consolidaron el desmembramiento de la monarquía hispánica y sentaron las bases de su futuro dominio comercial británico y la posterior Gran Bretaña imperial.

      Sin embargo, y pese a poder considerarse la gran vencedora, la paz abrió una crisis política en Gran Bretaña fracturando al partido tory y permitiendo a los whigs lanzar una feroz crítica sobre sus puntos más polémicos, especialmente de algunas cláusulas del tratado de comercio con Francia. Esta conjunción acabó con la caída de Bolingbroke y Harley, principales artífices de la paz. Ello, unido a la entronización de Jorge I y la victoria electoral whig de 1715 marcó el inicio de casi medio siglo de dominio whig en la política de Gran Bretaña.

      No podemos sin embargo obviar que también en el ascenso whig y los gobiernos posteriores la propaganda siguió jugando un importante papel, influyendo incluso en la orientación de las medidas políticas durante los periodos posteriores. El éxito de la estrategia tory confirmó la necesidad de contar con la opinión pública; y con ello el mantenimiento de una estructura propagandística devino en un elemento más de la vida política de Gran Bretaña.


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