Objetivo: conocer la eficacia del programa de intervención psicológica con mujeres maltratadas por su pareja llevado a cabo según la guía de tratamiento psicológico de Matud, Padilla y Gutiérrez (2005).
Método: participaron un total de 107 mujeres maltratadas por su pareja. De estas mujeres, 72 participaron en alguno de los grupos en que se implementó la guía de tratamiento de Matud et al. (2005) y forman el grupo de intervención protocolizado. El resto son mujeres que, o bien acudieron a algún centro donde no estaba disponible el programa de intervención grupal (n = 17), o bien accedieron a algún centro donde sí estaba disponible pero, tras la evaluación psicológica o bien tras la primera o segunda sesión de intervención grupal, abandonaron el programa (n=18). Estas 35 mujeres conforman el grupo que se ha denominado de tratamiento no protocolizado.
Resultados: El grupo protocolizado en la escala global del TEPT las puntuaciones se reducen de 24,58 en el pretratamiento a 9,98 inmediatamente tras el tratamiento; en depresión, medida a través del BDI, la puntuación global pasó de 28,36 en el pretratamiento a 7,51 en el postratamiento, la ansiedad evaluada a través del BAI, pasó de 31,88 en el pretratamiento se pasó a 10,25 en el postratamiento; la puntuación en síntomas somáticos pasó de 11,19 en la evaluación inicial a 4,93 tras el tratamiento; la de depresión grave pasó de 7,80 en el pretratamiento a 1,91 tras este; la de ansiedad e insomnio de 13,06 antes del tratamiento a 6,03 inmediatamente después; y la de disfunción social de 10,74 antes del tratamiento a 4,71 inmediatamente después. La sensación de indefensión, pasa de una media de 3 en el pretratamiento a 0,70 al postratamiento; en el factor global de autoestima hay un aumento de 36,13 en el pretratamiento a 56,10 inmediatamente después del tratamiento; el factor global de apoyo social era de 22,51 en el pretratamiento, a 26,88 en el postratamiento. Asimismo se ha obtenido una mejora estadísticamente significativa en el estilo de afrontamiento de racionalización, de emocionalidad y de evitación, pero no en el distanciamiento emocional. Estos resultados se mantienen en niveles muy similares a los 3 y 6 meses de finalizada la intervención Conclusiones: El programa de intervención ha demostrado su eficacia, ya que las mujeres que han participado en él han mostrado una reducción importante y estadísticamente significativa de los síntomas; así como un aumento de la autoestima y el apoyo social y del afrontamiento centrado en el problema. Mejoría que se daba inmediatamente tras el tratamiento y se mantenía al menos 6 meses después. Por el contrario, en el grupo de mujeres que no realizaron dicha intervención protocolizada no se han encontrado diferencias estadísticamente significativas en la puntuación global del TEPT, ni en sus subescalas de reexperimentación, evitación y aumento de la activación, ni en depresión, ni en somatizaciones, ni en indefensión aprendida, ni en afrontamiento racional, ni en la autoestima e inseguridad. Lo que permite inferir que la mejoría encontrada en el grupo de mujeres que participaron en alguno de los grupos en que se implementó la intervención protocolizada es consecuencia de la intervención llevada a cabo y no al mero paso del tiempo. Los hallazgos muestran que no existen diferencias significativas entre la evaluación pretest y postest en las variables dependientes en función de tener o no intervención individual, ni de las características sociodemográficas y de maltrato. El estado de salud mental de las mujeres tras el programa de intervención protocolizada no parece ser totalmente independiente del tipo de terapeuta que lo implemente.
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