En la España rural del siglo XVI la minería fue una de las principales fuentes de recursos no agrarios. Las minas junto con la seda y la lana constituían a juicio del hispanista Josep Péres, uno de los mejores conocedores de este periodo de nuestra historia, una de las actividades de especial transcedencia para la economía de la época.
El plomo es sin duda de entre los metales empleados desde la antigüedad, el que menor atención ha recibido por parte de los historiadores. Su rápida oxidación que conlleva la perdida de su color metálico no lo hacía un metal atractivo para la elaboración de objetos artísticos o suntuarios, sumándose el hecho de tener unas propiedades físicas de dureza y resistencia mecánica muy poco apropiada para la fabricación de herramientas de trabajo o de instrumentos de guerra. No obstante a pesar de su escaso aprecio y aprovechamiento directo, el plomo se hace necesario como medio para obtener la plata a partir de diferentes minerales argentíferos. De hecho, la masiva explotación a la que fueron sometidas durante siglos las minas de galena en la Península Ibérica trajo consigo la simultánea extracción de miles de toneladas de plomo que en parte era utilizado en la metalurgia de la plata.
De este modo Linares surge como un distrito minero de vital importancia desde los tiempos más remotos, fundamentalmente en lo que a producción de plomo y plata se refiere, existiendo testimonios escritos e inmunerables restos arqueológicos que así lo corroboran. Como por ejemplo puede verse en el propio Museo Arqueológico de la ciudad de Linares. Ya en tiempos más próximos (S. XIX y principios del S.XX) el distrito linarense de plomo fue el más importante del mundo y eso nadie puede ponerlo en duda.
Pero es conocida en cuanto a lo que la minería de Linares se refiere la existencia de una gran laguna historiográfica, la falta de trabajos que se ocupen de los siglos comprendidos entre la época rom
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados